ES METÓDICA, NO LOGRA DORMIR si no siente en orden su cabeza y su entorno. Solo el orden la deposita plácidamente en brazos del sueño, y los cimientos de su armonía se asientan sobre la limpieza. Necesita rodearse de una limpieza inmaculada incluso en la basura: saber que cada residuo termina en el cubo que le corresponde. Repasa por las noches su jornada y tira al contenedor amarillo risas, sonrisas, besos y abrazos de plástico; al gris, lo orgánico: insultos, descalificaciones, soberbia y mala leche; al azul, promesas, compromisos y juramentos de papel mojado, y al del vidrio, verdades que se venden como irrompibles y acaban sin embargo hechas mil pedazos. Pero cuando se duerme la engulle una pesadilla en la que se hace realidad ese rumor de que toda la inmundicia reciclada se mezcla al fin en un basurero común, a cuya entrada un cartel oxidado anuncia: «Campaña electoral».