NOVIEMBRE VIENE a barrer las sobras de la fiesta con los hombros hundidos de un buitre, repartiendo horrores y sopita de sangre caliente. Noviembre es la sombra que emergió de un barril de charcos para ahogarte en sus atardeceres prematuros, ahora que no tienes nada que temer porque ya está todo temido, ahora que sólo en sueños de madrugada reconoces lo solo que estás. Y mientras esperas a que la nueva rutina segregue corteza en tu piel, te sumerges en la memoria de una infancia reinventada para sobrevivir, dejas que te empape la lluvia (es peligroso correr bajo la tormenta) y en el sopor del brasero haces cuentas del tiempo que has perdido confiando en que vendrían a salvarte, en vez de enfrentarte con entereza a tus miedos y a tus fracasos, y reclamar ante quien te grita Carpe diem desde la distancia, que tienes derecho a la tristeza con la tímida agresividad del erizo.