NUNCA LO COMPRENDÍ, incluso me costaba respetarlo, a pesar de que el miedo es de las sensaciones que más respeto merecen. Una mujer y su madre vivían en pisos contiguos. Cuando la anciana murió, la hija se negó a volver sola a la casa de su madre porque le daba miedo que se le apareciera. Es curioso, esa ansia nuestra de inmortalidad es el más contundente certificado de defunción. Imaginar un segundo tiempo de la vida en el que ganaremos por goleada, o una cadena inacabable de existencias según el karma, o ectoplasmas tridimensionales de contornos imprecisos, como la vecina, es deshumanizar a los difuntos. En mis peores pesadillas, sueño que se muere alguno de mis amados muertos, ¡con lo vivos que los tengo! Por cierto, no mucho tiempo después de la madre, la vecina también murió. Ignoro si deja alguna huérfana temerosa de que pueda aparecérsele, la estupidez es muy hereditaria.