ES PURA INVISIBILIDAD, la sombra en el páramo, el vendedor de clínex del semáforo. Su falta de autoestima lo lleva cada mañana hasta el rincón del bar donde nadie se atreve a sentarse, una mesa solitaria situada debajo del televisor. Desde allí, gracias a su miopía y entrecerrando los ojos, se hace la ilusión de que los clientes que miran la tele mientras desayunan en realidad lo observan a él, como si fuera un famoso o un héroe local. Orencio el Ñapas se fija en que el anclaje de la pared que soporta el aparato se resquebraja por momentos. Sin pensárselo dos veces, se abalanza y lo rescata justo un segundo antes de que la tele le caiga encima con toda su carga de malas noticias y tertulianos matraca. Desde aquel día, todo el mundo habla de él, al fin. Es «el tío que se salvó por los pelos de morir aplastado gracias a El Héroe de la tele, antes conocido como Orencio el Ñapas».