ESTA NOCHE ES NOCHEBUENA y en la cunita del Niño Jesús un obús aguarda vibrante de emoción el aliento de la mula o el mugido del buey para reventar en pedazos la inocencia de otros niños, a quienes, muertos o supervivientes, las bombas termobáricas convertirán en fantasmas desbordados por un odio tan abstracto como intenso e imparable. Y así, el verbo vengarse hecho sangre habitará para siempre entre ellos, henchido de tragedia y rabia. Esta noche es Nochebuena y el ángel de barro que desde lo alto del pesebre regalaba cada año paz, amor y buena voluntad saltará por los aires convertido en polvo seco, Herodes, el fanático sionista, no esperará al Día de los Santos Inocentes para seguir colgando de la espalda de los niños palestinos un muñequito letal mientras, en el cielo, la estela de los misiles mostrará a todos los reyes del mundo el camino de la vergüenza. Oh, roja Navidad.