LOS ÁRBOLES CRECEN DOBLADOS por el peso de los pájaros de mal agüero, las plomadas bailan borrachas sin encontrar la calma de la verticalidad, la burbuja de los niveles va y viene, no consigue centrarse entre los extremos (¿quién se fía así del horizonte?), la música que antes calmaba a las fieras se ha convertido en un chirrido de acero que las agita y encabrona, las palabras se retuercen hasta sangrar dejando un silencio perplejo que encoge el estómago de la buena gente confiada, las guerras nos cierran los ojos y nos convencen de que no pasa nada, el loco ignorante del pelo naranja viene otra vez para conducir el bus hasta el borde del abismo, los tontos se entienden tan bien entre sí como mal se entienden los listos. Y sin mediar una sola mirada, los mismos amantes que tanto se amaban ya ni siquiera se hablan. ¿Quién carajo está torciendo hasta la náusea el eje del mundo?