ESTE AMOR REBOSANTE me impulsa a abrirme el pecho para que te asomes a la tormenta que gobierna mi interior. Soy un ciego perdido en el páramo de saber que nunca me amarás, tú, rica empresaria catalana que con tu aguja de oro hilvanas a todos los que os sentís superiores a este humilde extremeño de rural identidad. Frente a mi llaneza campesina, tu mirada rotunda de escleróticas refulgentes, tu cara de felicidad retadora, tu mandíbula arrogante -incluso, ¡ay!, un poquito borbónica- de alta burguesa. Y sin embargo sueño que viajamos juntos por ese cielo revelador desde el que no se ven fronteras, y que algún día la prole surgida de nuestro amor renegará de sus padres, por paletos y por miopes, y saldrá a recorrer el mundo. Elige, o nos unimos los dos en tal refrescante delirio o sigo tu misma senda e implanto aquí mi propio PIE, el Partido por la Independencia de Extremadura.