GUERRAS, AGRIOS INSULTOS, afilados cuchillos perifrásticos… Buscaba un paliativo de emergencia y se aferró a «Nessun dorma», a esa aria y no otra porque necesitaba emborracharse de belleza, pero también para vengarse de la envidia verdinegra que le levanta que alguien pueda dormir mientras él anda sonámbulo por tanta crispación. La buscó en el móvil y le dio al play como quien espera el agua fresca en una noche de resaca y pesadilla, cerró los ojos para recibirla paladeando y los abrió de golpe cuando empezó a sonar, estrepitosa, «Tengo una vaca lechera», la banda sonora nada original de un anuncio de chocolate. ¡Puta publicidad entrometida! Probó a serenarse con la lectura. Le han regalado una de las novelas más vendidas de los últimos meses. La abre y descubre que las quinientas páginas del superventas están en blanco. Mejor. A falta de buena música, es preferible el silencio.