LA VIDA SE ACORTA CUANDO falla la memoria, querido hijo, porque ella también se nutre de memoria, de recuerdos que llenan esos huecos infértiles, más abundantes a medida que avanza la edad. Por eso el alzhéimer devora la vida presente hasta reducirla a su raíz primitiva, convirtiendo al paciente en un bebé cándido y estupefacto ante su propia incapacidad o en un niñato iracundo que ni comprende ni acepta su regresión al origen. La gran tragedia de la desmemoria, querido hijo, avanza siguiendo un guion descerebrado que al fin reduce a la nada absoluta a cualquier ser humano. Incluso yo, un experto neurólogo que ha dedicado su vida entera a luchar contra el alzhéimer, puedo acabar arrasado por su fuerza cruel en lo que sería la derrota más paradójica y dolorosa de mi existencia. Te digo todo esto por si… porque… porque… ¿Por qué te estaba yo hablando de esto? ¿Y quién es usted?