ANOCHE ANDABA ÉL A SUS COSAS de mochuelo, como siempre, cuando, a punto de irse a la cama, sintió hambre. Había cenado poco y pronto, así que fue a la cocina y se comió una pera conferencia. Pero no quedó satisfecho. Estaba inquieto. Se echó cuatro deditos de whisky y encendió la tele. Daban la película esa del tío que se queda atrapado en el tiempo. No solo no le estaba haciendo ninguna gracia, sino que lo puso todavía más nervioso. A las 3 interrumpieron la peli para recordar que había que volver a las 2. Y tuvo hambre otra vez. Se comió otra pera, se fue otra vez a la cama y volvió a poner la tele después de que su mujer, dormida, lo rechazara otra vez con un manotazo cuando se tumbó a su lado intentando calmar los nervios de una forma más sana que pimplando cuatro dedos de whisky. Y vuelta a empezar: anoche andaba él a sus cosas de mochuelo sonámbulo cuando dieron las tres…