UN MONO ENSOBERBECIDO SE HA HECHO con el control de la nave nodriza y ha prohibido repostar a las naves menores, quiere todo el combustible para él y para el coro que le sigue ciegamente en su viaje al delirio. El orangután caprichoso ha decidido apropiarse de lo que se le antoje, da igual quién sea el legítimo propietario, basta con que sus acólitos griten al mundo que las cosas son como él dice que son. Al otro lado del universo, las naves menores orbitan su propia elipse rehuyendo la nueva orden cósmica. Avanzan blindadas de paciencia, conscientes de que la independencia es un título muy caro en la Bolsa de valores del mico reyezuelo, pero también saben que no hay mal que cinco años dure y que llegará el día en que su mismo pueblo lo ponga frente al espejo. Entonces se encontrará con un orangután acabado, desquiciado, empercudido de petróleo y arrumbado en la ignominia. Amén.