EL SABIO ANTROPÓLOGO APAPUCIO PELLEJERO es autor de numerosos estudios en los que profundiza en la relación histórica entre religión y sexo. En el último, inconcluso, se preguntaba con curiosidad rigurosamente científica por qué el judaísmo fijó su seña de identidad en el prepucio, y no en cualquier otra parte de la anatomía masculina, o por qué su rama hereje, el catolicismo, se empeñó en elevar a dogma de fe la integridad genital de la pobre muchacha elegida para ser la madre del Mesías. Don Apapucio ha amanecido muerto esta mañana con un ejemplar sobre el pecho de la Biblia abierto por Samuel 18:25: «Y dijo Saúl: Decid a David que el rey no desea la dote, sino cien prepucios de filisteos». Afortunadamente, el doctor Pellejero ha fallecido sin conocer la muerte de un bebé de apenas un mes desangrado por una circuncisión chapucera. «¡Malditas tradiciones!», habría vuelto a jurar.