LE COSTÓ AÑOS ALCANZAR LA CUMBRE. Trepando por una montaña de cabezas, llegó a disfrutar de trajes a medida, secretaria trilingüe y chófer de perfecto rasurado. Ahora, tras un ere humillante, deambula de entrevista en entrevista como quien va a misa con resaca. Cacarea éxitos inflados e intenta impresionar a su interlocutor desplegando una sonrisa suficiente y un tono paternalista. El entrevistador de hoy, joven pero imperturbable, le escucha con gesto de mármol hasta que lo interrumpe: «¿No se acuerda usted de mí?». El otro duda, sospecha. «Era su becario en 2015. Me despidió usted, según dijo, por inepto». El viejo ejecutivo traga saliva. El joven se levanta, le tiende la mano: «Gracias por venir. Ya le llamaremos». En la puerta, la chica de Información ni lo mira: también fue becaria en su empresa, la despidió por negarse a sus requerimientos sexuales. Afuera la brisa quema.