LA TARDE APACIBLE CONVIDA a un paseo. Perreros relajados aguardan a que las mascotas evacuen urgencias. Dos perros se enzarzan de pronto por una presa que cae del cielo. Se revuelcan en el polvo como si les fuera en ello el dominio del mundo. Su furia animal arrastra a los dueños, que gritan órdenes infructuosas a los canes. Uno hinca rodilla, el otro por poco no cae de bruces, ambos se reprochan la incapacidad de controlar a su perro, se tachan de inútiles, se empujan hasta casi llegar a las manos. La trifulca arrastra a un circo atónito que no se atreve a intervenir, niños boquiabiertos y decenas de estúpidos móviles grabando. Un joven sensato y fornido impone la paz a los combatientes. Cuando los ánimos y el polvo sosiegan, queda en el centro de la arena, intacta, la causa de la riña: una hoja seca que el viento de otoño se lleva a morir en paz, lejos de todas las broncas.