EL DOCTOR SUSPIRÓ. Es un mal muy común, dijo, aunque al enfermo le cuesta reconocer sus síntomas: inflamación de la autoestima, ansiedad, frustración e irritabilidad agudas, sensación de que el mundo está en deuda con él… El paciente, muy cabreado, respondió: Yo no sé si el mundo me debe algo, pero vosotros sí. Llevo toda la vida apoquinando y viendo cómo mis compañeros trepan. Me conformo con ir en un lugar decente en las listas electorales, no necesito ningún cargo en el Servicio Público de Salud desde el que descalificar las aspiraciones de mis rivales del partido, tachándolas de enfermizas.