EL PRIMERO VA DE RECTO y correcto, pero solo es un chivato entrometido. El del medio es tan ceporro como vago y faltón. La tercera alardea de romántica y soñadora, y estomaga con sus ñoñerías. Al chico, los delirios de grandeza y su pretenciosidad cursi le llevan a apartarse del resto; sobre todo, del quinto y último, el marginal, el rechoncho, el servil que cuando se harta de sentirse humillado desahoga sus frustraciones matando, machacando sin razón ni piedad, reventando enemigos que estallan a su paso en jirones de carne sanguinolentos mientras martillea compulsivo los botones asesinos de la PlayStation.