AMUSGA LA MADRUGADA LA CALLE SOLITARIA, los semáforos trabajan en balde, camina el paisano peleando su dignidad contra la zaranda etílica. Un coche frena ante el verde por ser amable con el señor que espera, y el señor, por ser amable con el coche que le cede el paso, en el nombre del verde y la buena educación se resiste y le indica que adelante, que él no tiene prisa. Pero en lo que el otro tarda en comprender y meter la primera, el paisano deduce del cochero insistencia en la urbanidad y avanza unos pasos a la misma vez que el coche arranca y vuelve a frenar. Tarde. Arrolla al peatón, que cae dando vueltas sobre el pavimento mientras el vehículo, inercia y volantazo, se estampa contra el poste tricolor. Tanto el caballero andante como el conducente acaban descalabrados. Moraleja: en este mundo cabrón, lo que la duda mata lo remata la buena educación.