EL CIELO ESTÁ HECHO de primeros tragos de cerveza helada —sentencia tras haberse bebido un tubo de un único y relajado trago, y añade, séneca—: te lo digo yo, elle o, que hoy me siento melancólico nefrítico. Luego exhala el placer de haberse vengado del ardiente mediodía. El camarero sonríe, no se cansa de escucharle la misma sabiduría de taberna con su epílogo de chiste ortográfico, y agradece el respiro entre la apnea asfixiante de aguantar a tanto idiota como Tú limítate a escuchar, que vengo aquí a relajarme, no a que me des el coñazo con que tu hijo ha dejado los estudios ¿de qué, por cierto? ¿De ingeniero? ¡Qué lástima!, ¿y ahora qué hace? Está trabajando de camarero, como yo, elle o, aguantando a gentuza como tú. No lo dice, lo deja colgando del labio y se refugia en el sueño de ver a su hijo titulado de ingeniero en un cielo hecho de primeros tragos de cerveza.