La angustia no te deja dormir y me llamas de madrugada buscando consuelo. Hablas, pero no logras creerte a ti misma y sin pedirlo me ruegas que te engañe. Aprendo de ti sobre ti. Tú me revelas cómo descubrirte, yo te voy descubriendo. Tú te derrumbas de golpe, yo te dejo deshacerte en llantos. Me imploras que burle a tu destino y desmienta el pronóstico fatal de los médicos. Un profundo respeto me obliga a callar, necesitas tiempo para rehacerte. Mientras espero, escucho caer tus lágrimas de oro. Hago una raya en el folio por cada una de ellas: otro paso más en el contador de mi 806, «Tu Teléfono del Tarot».