¿Qué ha sido de las cajas de ahorros?. ¿Son bancos o pertenecen a un banco?. ¿Qué es un SIP?. ¿Se puede salir del SIP?. Son preguntas que aún se hace la mayoría de los mortales a estas alturas de la crisis y del desarrollo del plan de rescate al sistema financiero español aprobado por Europa. Cuestiones cuya respuesta es más necesaria si cabe en Extremadura una vez que el Gobierno regional ha manifestado estos días su intención de intervenir en los SIP de Caja Rural de Extremadura y de Caja Badajoz.

Para responder hay que comprender primero qué es un SIP y conocer cuál es la situación actual del sistema financiero extremeño.

Un SIP es el llamado Sistema Institucional de Protección. Es la fórmula que se ha utilizado para concentrar en unos pocos grupos a todas las cajas del país. ¿Por qué esta concentración? Porque con la crisis Europa ordenó a España hacer entidades más fuertes, saneadas y con más capital que nunca para poder afrontar una situación económica tan extrema como la que estamos viviendo ahora.

Como muchas cajas, en teoría, por sí solas no cumplían con los requisitos, tuvieron que unirse entre ellas. Por eso Caja de Extremadura se unió con Caja Astur, Caja Cantabria y Caja Castilla La Mancha para formar Liberbank; mientras que Caja Badajoz se unió con Caja Inmaculada de Zaragoza y Caja Círculo de Burgos para formar Caja 3.

Liberbank y Caja 3 son nuevas entidades de crédito, sociedades anónimas y registradas como bancos. Están participadas por cada una de las cajas que lo forman. Para unirse éstas firmaron un contrato de integración entre ellas (el SIP) por el que comprometieron a dotar a esa nueva entidad o “entidad central” ( la denominación formal en los contratos de integración) de la solvencia y la liquidez necesaria para su creación, aportando recursos propios de cada una de ellas. Eso sí, sin que ninguna tuviera más de la mitad de la representación. El nuevo banco comenzó dirigiendo las políticas y las estrategias de negocio. Pero al final cada una de las cajas han acabado traspasando (mediante segregación) todos los activos y pasivos de cada caja; es decir, todo el negocio financiero. Las cajas se han quedado solo con la obra social, con las acciones de su participación en el banco, por lo que participarán de su beneficio, y con la marca. Todos los trabajadores dependen de la entidad central, excepto los asignados a la obra social.

Estos casos de Liberbank y Caja 3 no son técnicamente fusiones, porque ninguna de las sociedades que conforman el nuevo grupo bancario se extingue. Se trata de una segregación, una “modalidad de escisión” en la que se traspasa una o varias partes de su patrimonio (prevista en el artículo 71 LME),  sin perder su personalidad jurídica. Pero están a un paso de la fusión o la absorción, que es como acaban las empresas que van siendo cada vez más pequeñas. Para el que quiera profundizar, aquí dejo el enlace de la comunicación a la CNMV sobre la segregación del negocio a favor de Caja 3 por parte de Caja Badajoz http://www.cnmv.es/Portal/HR/verDoc.axd?t={98ed4235-1e46-48fd-a51a-a93a5449ccd1}

Pero también hay otra modalidad del SIP donde la entidad central es una de las cajas que lo integran y que debe ostentar al menos el 50% de la representación del grupo. En Extremadura este ejemplo lo tenemos en el caso de las cajas rurales. Caja Rural de Almendralejo ha creado el grupo Solventia con varias cajas andaluzas, pero ella es la cabecera del SIP, de la que depende el resto. En una situación parecida está Caja Rural de Extremadura, integrada en el Grupo Cooperativo Ibérico, pero con la gran diferencia de que es ella la que depende de una entidad central: la andaluza Caja Rural del Sur. La gran diferencia con Liberbank y Caja 3, es que en estos grupos de cajas rurales cada una de las integrantes, al menos formalmente, mantienen el control de su actividad, porque no han segregado sus activos a la Entidad Central. 

¿Por qué Extremadura se siente estafada

Cuando surgió la necesidad de recapitalización de las entidades financieras, un banco lo tenía más fácil al poder fortalecerse ampliando su capital social mediante la venta de acciones. Pero una caja no porque no tenía accionistas. Por eso el SIP parecía que era la mejor fórmula para que las cajas fueran tan fuerte como los tradicionales bancos pero sin perder su identidad; es decir, su apego a la comunidad autónoma a la que pertenece. Además, sobre el papel, con el SIP los gobiernos regionales podrían seguir ejerciendo el control sobre las cajas con los políticos en sus consejos de administración. Y también cada una podría mantener la obra social, cosa que con la fusión en un banco desaparecería. 

Pero sin embargo la “bancarización” de las cajas, sobre todo con la segregación del negocio, ha mostrado una realidad muy diferente, ya que han perdido la esencia por la que se crearon y las ha dejado al borde de la extinción:

• Todo el negocio se decide desde el banco, que actúa en función exclusivamente de la rentabilidad, dejando de lado la cooperación con la comunidad autónoma en la que se asienta cada caja.
• Aunque en teoría no se producido ninguna fusión ni absorción, tanto Liberbank como Caja 3 han planteado expedientes de regulación de empleo para deshacerse de cientos de trabajadores. Todos, excepto lo de la obra social y los directivos, dependen de la entidad central.
• El gasto en obra social (la seña de identidad de las cajas de ahorros) se está reduciendo sensiblemente. Y podrían reducirse aún más, ya que la obra social se nutre de los beneficios de los bancos y éstos están destinando todos sus recursos a cubrir las necesidades de capital que se les está exigiendo. 
• Los políticos ya no tienen poder alguno sobre el negocio financiero, que es el importante.

Viendo este panorama, el Gobierno extremeño ha puesto el grito en el cielo. Ha llegando a amenazar con hacer todo lo que esté en su mano para sacar a Caja de Badajoz de Caja 3 y a Caja Rural de Extremadura del Grupo Cooperativo Ibérico. Pero, ¿puede hacerlo?.

Según la ley de cajas, las entidades pertenecientes a un SIP deberán permanecer en el sistema al menos diez años. Y si quieren abandonarlo una vez cumplido ese tiempo, deben anunciarlo con al menos dos años de antelación. Si quisieran hacerlo antes, hay fuertes multas. Además el Banco de España es el que en última instancia debería aprobarlo tras valorar la viabilidad individual de la entidad que abandona y de la del resto que se queda en el SIP, ordenando las medidas necesarias para que el sistema financiero español no se resintiera. Además, en el caso de la segregación del patrimonio de las cajas al banco, si algún socio renuncia , el resto responderían solidariamente. Pero es que estamos hablando de un sistema financiero que tiene que cumplir una serie de condiciones impuestas por Europa. La Unión Europea ya ha aprobado el plan de reestructuración de Caja 3 con ayudas públicas, que prevé además su fusión con Ibercaja Banco. Por eso no veo la posibilidad de que el Gobierno extremeño tenga margen de maniobra para intervenir.

Otra cosa, a mi juicio, es en el caso de Caja Rural de Extremadura, donde la ley de cooperativas de crédito (ley regional) es la que le daría alguna posibilidad de intervenir una caja rural. Según la Ley 5/2001, de 10 de mayo, de Crédito Cooperativo, el Gobierno autonómico está facultado para intervenir “ante situaciones de excepcional gravedad que pongan en peligro la estabilidad o el funcionamiento de las Cooperativas de Crédito“ (…) “La Junta de Extremadura podrá proponer a la autoridad monetaria competente la intervención de aquéllas o la sustitución provisional de sus órganos sociales o de dirección”.