“¡El pueblo ha sido trending topic o como se llame eso!”, decía una vecina de mediana edad de Barbaño, entidad local menor dependiente de Montijo (Badajoz), cuando a la salida de la población veía tantas cámaras de televisión, periodistas y fotógrafos. Esta pedanía extremeña de unos 600 habitantes se convertía durante dos días en el centro de atención de todos los informativos nacionales porque había sido desalojada tras la amenaza de inundación por la crecida del rio Guadiana.
A las 9.30 horas de la mañana mi compañero cámara Héctor y yo llegamos a Barbaño. Lo hicimos por una estrecha carretera sin pintar, ya que el principal acceso estaba cortado. En la entrada de la población, una nube de paraguas y muchos agentes de la Guardia Civil que custodiaban la entrada a Barbaño.
Bajamos del coche y mientras Héctor graba a la multitud yo hablo con un agente de la Guardia Civil para identificarnos y saber cuál es la situación y si podemos acceder al pueblo para grabar. Me dice que la prensa sí puede pasar y que de momento las órdenes eran de que nadie entrara.
Allí había unos 200 vecinos de Barbaño. Habían salido la noche antes de sus casas casi corriendo y prácticamente con lo puesto. En cuanto llegó el alcalde de Montijo, la localidad de la que dependen, le rogaron que les dejaran entrar a por algo más de ropa y las medicinas que algunos se dejaron en sus casas.
El alcalde de Montijo habla de entrar por grupos custodiados por la Guardia Civil y por un tiempo máximo de 10 minutos. Para ello se empieza a elaborar una lista. Pero la Guardia Civil se niega a autorizar el paso. No hasta que sus superiores dieran el visto bueno a esta fórmula.
Pasan los minutos y los vecinos se empiezan a impacientar. Nosotros estamos ya listos para acompañar al primer grupo. La Guardia Civil da el “ok” y una veintena de personas comienza a correr hacia sus viviendas. El cámara graba las carreras mientras que yo me quedo más atrás con la pareja de agentes que se quedan con los más rezagados, tres personas de avanzada edad. Dos de ellos, marido y mujer, hablan de dónde están las medicinas para llegar a su casa y no tardar tiempo en recogerlas; el otro, increpa a los agentes. “¡Aquí ha habido inundaciones peores!…¡No tenéis ni idea!…¡Me voy a quedar en mi casa y no me va a pasar nada!, grita mientras avanza por una de las calles. El Guardia Civil al principio no le quiere hacer caso, pero ante las amenazas de no salir del pueblo, le dice ¡ Luego me juego yo la vida para rescatarle si ocurre algo!.
De camino a la plaza me encuentro con la única calle con agua. Un enorme charco evidenciaba que las alcantarillas estaban llenas de agua y que el riesgo de inundación era serio.
El agua del río estaba a unos metros de las viviendas. El muro de contención al lado de la carretera había evitado que el agua entrara. Pero quedaba menos de un metro para que el Guadiana pasara al pueblo. Era lo que más preocupaba.
Tras el caos inicial, al final se permite el paso a todos los vecinos. El pueblo se convierte en un ir y venir de gente. Veo a un padre cargando con una cuna de viaje y su colchón, a una mujer con una bolsa de la compra llena de ropa. Pregunto a varios vecinos qué se van a llevar y todos coinciden en que medicinas, ropa y documentación, por si había que llamar al seguro.
Tras grabar varias carreras regresamos a la entrada de la pedanía. Ya habían llegado varias unidades móviles de televisiones de ámbito nacional.
Aunque las órdenes eran grabar en Barbaño, regresar a Mérida a llevar las imágenes y volver al pueblo para hacer un directo para el informativo de las 14 horas, se decide que permanezcamos allí. Entonces damos la tarjeta con todo el material que habíamos grabado hasta entonces a nuestro compañero de Canal Extremadura Radio Javier Trinidad, que regresaba a los estudios centrales.
En torno a las 11.30 de la mañana, comienza a sonar la megafonía de Barbaño anunciando que el pueblo se debe desalojar. Lo curioso es que lo hacen con la jota de “El candil”, bastante animada para las circunstancias.
Llegan las primeras autoridades a visitar la zona. Es el consejero de Administración Pública del Gobierno de Extremadura, que bajo una intensa lluvia explica que la situación es de expectación y que todo depende de la lluvia y de lo que se desembalse en las próximas horas. Se muestra tajante en que nadie volverá “hasta que haya certezas de que no se corre peligro”. El consejero coincide con el líder del Psoe extremeño. La vicepresidenta acudiría más tarde y el presidente por la noche.
Pasado el mediodía los vecinos comienzan a abandonar el pueblo y se dirigen a casa de familiares y al campamento improvisado que se ha montado en el pabellón polideportivo de Montijo. La mayoría a los que pregunto se muestran resignados por la situación y convencidos de que no regresarán a sus casas en varios días.
A partir de entonces, llega la calma. En las calles del pueblo sólo quedamos los periodistas, la Guardia Civil, la policía local y Protección Civil. Es entonces cuando llega nuestra unidad móvil. Decidimos hacer el directo justo en la entrada del pueblo, justo al lado del cartel de “Barbaño” y de dos coches de la Guardia Civil. Detrás de mí, la calle vacía.
Cuento durante los 40 segundos que estamos en el aire que la situación es de expectación, que se está pendiente de la lluvia, de los embalses, del muro de contención de Barbaño, y resumo lo que nos han contado los vecinos, que pasarían una segunda noche fuera de sus casas. Tras el directo se emite un vídeo con las imágenes que grabamos durante toda la mañana.
Al día siguiente llegamos a Barbaño justo cuando se había autorizado la entrada de 10 de la mañana hasta las 2 de la tarde. La situación era estable, incluso se veía cómo el agua había bajado unos centímetros.
Seguimos a una pareja joven a su casa. Son marido y mujer. A su niño lo han dejado en el polideportivo de Montijo porque los profesores se presentaron allí para intentar dar a los más pequeños la máxima sensación de normalidad. El chico nos dice que no nos hablará a cámara. Ella es la que mejor se desenvuelve. Su casa está al final del pueblo y es de las más cercanas al desbordamiento del Guadiana. Tuvieron poco tiempo para prepararse para el desalojo, nos cuenta. “Enseguida sonó la orden por los altavoces, levantamos del suelo algunos muebles, cogimos lo que pudimos y nos fuimos”. Las dos noches fuera de sus casas las han pasado con familiares. Una vez que recorren la casa y ven que no ha entrado agua ni nadie a robar, respiran tranquilos.
Muchos vecinos se paran a contemplar los destrozos que ha hecho la inundación en los campos de frutales que rodean a la población. Un hombre, con el agua por las rodillas, sale de uno de ellos. En un pequeño cobertizo tiene gallinas y conejos. Dice que al menos los perros y algunas gallinas están vivos, pero no sabe más porque no puede acceder por completo.
De vuelta al centro nos encontramos con Carlos y su mujer. Otra pareja que, aunque son las 11.30h decide irse porque asegura que allí ya no hacen nada. Llevan algunas bolsas con comida y ropa. Muy gentilmente nos dejan que grabemos en su casa. Ellos sí fueron previsores. Hasta la nevera la tenían encima de una silla. Habían tapiado además todas las puertas de salida.
“Algún vecino me dijo riéndose, ¿qué haces tapiando?, ¡Qué exagerado eres!. Y luego, tras el desalojo le vi llorando en la puerta del pueblo”, me cuenta Carlos.
Ya teníamos todo grabado y ya solo quedaba esperar para entrar en directo. Miro Twitter y veo con sorpresa un tuit de varios compañeros de Canal Extremadura Radio sobre que el presidente Monago ha autorizado la vuelta de los vecinos. Hablo con los editores del informativo y me lo confirman. Pero en Barbaño nadie sabe nada. Me acerco a los agentes de la Guardia Civil para ver si tenían noticias pero con cara de sorpresa me dicen que a ellos nadie les ha comunicado nada. Uno de los agentes dice que no le sorprende que sean los últimos en enterarse, pero que hasta que no les llegue la orden no van a dar autorización para el realojo.
Estábamos a apenas media hora del directo y tenía que sacar como fuera testimonios de alegría de los vecinos. Tengo la suerte de que a uno de los primeros que me encuentro es el alcalde de la pedanía, que me confirma la noticia. De esta cobertura me quedaré sin duda con la cara de inmensa alegría de dos señoras al saber que ya no tienen que salir de su pueblo. Una, hasta se emociona.
Enviamos rápidamente estos testimonios y apenas tengo cinco minutos para preparar lo que voy a decir para el informativo. Todo había cambiado radicalmente en la última media hora. Pude entrar a las 14h contando buenas noticias.
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