El campo está dando la talla durante la crisis y sigue siendo el motor económico de Extremadura. De las campañas agrícolas y del empleo eventual en las fábricas de la rama agroalimentaria han vuelto a depender los datos del paro durante muchos meses a lo largo de estos años. A pesar de la recesión, los productos de alimentación han liderado el incremento de las exportaciones. Y otro dato que recientemente hemos conocido, el de la facturación, refuerza esta misma idea del gran potencial que tiene en Extremadura el sector primario.La industria que depende de él ha ido facturando cada año más que el anterior durante la crisis; ha sido el único sector que lo ha hecho y ya ha superado el volumen de facturación de los años previos a la recesión.
Según los últimos datos de la Encuesta Anual de Productos Industriales que realiza el INE, la producción facturada total en Extremadura a precio de fábrica (sin IVA ni costes de transporte de las empresas de más de 20 trabajadores), descendió en 165 millones de euros entre 2011 y 2012; ese descenso fue de más de 500 millones si lo comparamos con las cifras de 2008, año en el que comenzaron los efectos de la crisis.
Sin embargo, si miramos por ramas de actividad se ve claramente que los productos de alimentación, bebidas y tabaco han liderado la facturación, con 1.658 millones de euros el año pasado, representando hasta el 40% del valor total de ventas en Extremadura. En 2008, cuando se producen los primeros efectos de la crisis, la facturación fue de 1.603 millones. Entre 2008 y 2009 se produce una gran caída; pero a partir de ahí, la evolución ha sido siempre positiva.
El segundo sector en facturación es la energía, que representa el 26% del volumen total en la región extremeña; y en tercer lugar, la fundición de metales con el 9%. Su evolución, a diferencia de la agroindustria, ha ido fluctuando con los años. Mención especial hay que hacer a todas las ramas de actividad que tienen que ver con la metalurgia, cuya facturación ha caído desde que comenzó la crisis en cerca de los 300 millones de euros (sumados producción de metales y fundición).
Uno de los ejemplos más claros de la resistencia de la industria agroalimentaria ante la crisis ha sido Carcesa. Esta fábrica de productos de la marca Apis y Fruco ha sido reflotada en plena recesión. Tras la gestión de la familia Ruiz Mateos entró en concurso de acreedores; en 2011 se hizo cargo de ella la Sociedad Gestora de Productos Agroalimentarios, integrada por la empresa pública Avante y las cooperativas extremeñas Acopaex y Tomates del Guadiana. Dos años después está a punto de recuperar la facturación previa a dicho concurso de acreedores de 60 millones de euros. Según fuentes de la propia Carcesa, en 2011 la facturación fue de 30 millones de euros, el año pasado de 33 millones y para este 2013 la previsión es rondar los 40 millones.
Datos positivos que contrastan con los que nos deja la facturación de la industria extremeña en su conjunto en comparación con el total nacional. Representamos tan sólo el 1,1% del volumen total, la tercera comunidad por la cola tras La Rioja y las Islas Baleares.