Irene me envía un correo en el que me dice que su hijo de 5 años es muy miedoso hasta tal punto que ni por la casa quiere andar solo, hay que acompañarlo al baño, no se queda nunca sólo en su habitación vamos que no me deja ni a sol ni a sombra. ¿Alguna recomendación?
Los miedos tienen una función adaptativa de ayuda a la supervivencia que nos permite responder ante situaciones adversas con rapidez y eficacia. Los miedos desde esta perspectiva son beneficiosos.
Sentir miedo es normal en la infancia, en la adolescencia, en todas las edades de la vida. Así mientras los niños pueden tener miedo a desplazarse solos por la casa (miedo a la oscuridad) sus padres pueden tener miedo a la “prima de riesgo”, (miedo a un futuro incierto) y ambos miedos afectan a nuestra conducta, a nuestras emociones y a nuestros pensamientos.
A pesar de que los miedos puedan comenzar siendo normales algunas veces convierten a nuestros hijos en lo que yo llamo “niños pegatina”, os dejo unas reflexiones respecto a
Qué hacer ante el miedo de los hijos:
No se enfade porque su hijo o hija es “miedoso” (es muy probable que su padre o su madre también lo sean) llamarlos gallinas o lloricas no ayuda, entienda que es normal tener miedo y desde esa postura vamos a ayudarles a que los afronten.
Muéstrate sereno y confiado cuando tu hijo esté más asustado y así le ayudarás a que se serene mucho más que si te descontrolas. Hay padres que se ponen a buscar debajo de la cama, abren los armarios mientras les dicen algo descontrolados a los hijos ¡ves que no hay nadie! y el hijo mientras está pensando ¿entonces para qué andas buscando?
Asustar, meter miedo es una manera de controlar a los demás… come o te llevará ese señor le dijo el otro día una madre a un niño mientras le daba de comer y el niño empezó a comer sin quitarme el ojo de encima. Asustar tiene efectos inmediatos pero genera personas asustadizas a las que se les hace creer que el mundo en el que viven está lleno de peligros. Y esos miedos normales pueden convertirse en miedos irracionales que nos paralizan que se adueñan de nosotros y no nos permiten hacer una vida autónoma.
Vaya progresivamente retirando la ayuda a su hijo con miedo, por ejemplo si quiere que le acompañe al baño porque tiene miedo, no le diga que eso son tonterías es mejor que le pregunte por qué no quieres ir sólo. Y si te responde me da miedo, pregúntele ¿qué te da miedo? Y si dice no sé, tu le vuelves a preguntar a qué tiene miedo y si dice a que haya alguien o algo… tu le respondes “¿alguien?” y con seguridad le dices “no, no tengas miedo no hay nadie”. “Vamos, yo te acompaño” y lo acompañas hasta el baño.
La siguiente vez lo mismo pero hasta la puerta y así cada vez un poco más lejos. De lo que se trata es de que como padre sepas que si tu hijo cree que puede haber alguien entre la oscuridad pues es normal asustarse pero que de lo que se está asustando es de algo que no es real. Esto vale para acompañarlos al colegio (os recuerdo que no es necesario meterlos hasta dentro de la clase), para dejarlos en casa sólos, para cuando salen con sus amigos.
Sea comedido utilizando con los hijos eso de “ten cuidado”, el uso continuo de los “ten cuidado” hace que se dé igual importancia a cosas poco importantes con cosas que sí son peligrosas. Cuando los hijos son pequeños lo que hay que hacer es controlarlos continuamente, ya sé que eso exige tiempo y dedicación pero a un niño pequeño no se le puede controlar solo diciéndole, cuidado con eso, eso no, peligro, caca. No le ayuda y además sólo sirve para que se haga una idea del mundo que le rodea como un lugar peligroso.
Los padres miedosos tienen que ayudar a sus hijos a que sean autónomos en ciertas conductas que les ayudarán a superar sus miedos. No podemos llevar a nuestros hijos al colegio y meterlos casi en la clase, según la edad del niño vaya dándole espacio, acompáñelo pero progresivamente deje que vaya sólo algún tramo. Enséñele a respetar normas de seguridad vial básicas y a no hablar con extraños (pero sin decirle, te cogen, te llevan, te matan). Nuestros hijos necesitan oportunidades para poder sentirse autónomos, confiados y valiosos. Recordad que son nuestros miedos los miedos que los hijos aprenden.
Por último, recordar que “el coco” no existe hasta que nosotros se lo presentamos a nuestros hijos. Por cierto, igual que la “prima-de-riesgo”, fíjense la de cosas que hemos aceptado a costa del miedo a esta prima.
Os dejo un enlace de un antiguo post sobre miedos nocturnos.
Una persona con miedo no es cobarde, un cobarde es el que se refugia en sus miedos para no asumir el riesgo de vivir. Así que ¡a vivir, educando, que son dos días!