La noticia de la muerte de un niño genera una gran desazón, nos invade una sensación de injusticia, nos parece antinatural que no se cierre el ciclo de la vida, nos desconcierta que una vida se trunque casi en sus inicios. Si además, a esto le añadimos que son cinco jóvenes vidas las que se siegan, la tragedia individual se torna en una tragedia colectiva.
Cuando anoche leí la noticia en Hoy.es mi primer pensamiento fue para los padres y todo el día llevo pensando en ellos, en qué poder hacer, cómo poder ayudar a unos padres a los que inesperadamente la propia vida les ha arrebatado a sus hijos. Cómo poder ayudar a unos padres que desde hoy tienen que aprender una nueva forma de vivir: vivir con un cuerpo agujereado, hecho jirones, por el dolor más agudo que pueda existir. Unos padres heridos por el dolor y por la angustia de tantos porqués para los que no hay respuesta.
Apoyo y cariño eso es lo único que les podemos dar a los padres de forma directa, hacerlos sentir acompañados en su dolor, que sientan en su cuerpo todo el cariño de los padres y madres que poblamos Extremadura. El amor, el sentirte apoyado, sentirte querido es la mejor pomada para combatir el dolor.
Así que se me ocurre, si te parece bien, que si quieres apoyar a los padres de los niños fallecidos, escribas al ayuntamiento de Monterrubio de la Serena (ayuntamiento@monterrubiodelaserena.es) y les mandéis a los padres de esos cinco chicos el mejor de vuestros abrazos. Utilizar las redes sociales para difundir #ungranabrazomonterrubio , la forma que mejor se os ocurra pero que los padres de estos cinco chicos sepan que los arropamos.
Los padres tienen que saber que la vida de estos cinco chicos, apenas unos adolescentes, ha valido la pena. Es verdad que ellos han tenido una vida corta, pero la han vivido hasta el final con la intensidad con la que viven la vida los niños y adolescentes. Ahora que sus padres, familia y amigos están desconcertados, necesitan de nuestra ayuda para que en estos difíciles momentos no olviden que son lo que son gracias a lo que han vivido junto a estos chicos, porque los tienen dentro de sí, en su piel, en sus músculos, en su corazón y a partir de ayer, para siempre, en sus recuerdos.
Esta mañana al pensar en mis hijos, en mi trabajo, en los padres de estos cinco chicos, me he dado cuenta que cada día que vivimos se nos presenta como una oportunidad. La vida es efímera y solo vivimos lo que se vive, así que padres y madres sigamos educando, un día más haciendo frente a los contratiempos que la vida cotidiana nos depara. No desperdiciemos los días que tenemos para ejercer la mejor tarea que existe: ser padres.