A menudo nuestros hijos, mientras los estamos educando, nos sueltan frases del tipo: ¡sois unos pesados!, todo el día repitiendo lo mismo, que si estudia, que si recoge, que si dónde estás, ¿me queréis dejar en paz?, ¡me estáis amargando la vida!.
A menudo los padres, mientras educamos, les decimos, una y otra vez, frases del tipo: ¡pero cuántas veces te tengo que repetir lo mismo!, ¡es que como yo no esté encima!, ¡ estoy harto de repetirte todos los días lo mismo!.
Ya ves, un drama doméstico en dos actos, que tiene toda la pinta de terminar en portazo, alguna voz más alta que otra, miradas asesinas, llantos y sensación de hartura.
Lo peor de todo esto es que muchos padres y madres tienen la sensación de que son unos pesados con sus hijos y que, además, su pesadez no sirve para lograr que modifiquen sus hábitos y sí para sentirse unos padres incompetentes.
Para educar hay que repetir muchas veces las lecciones que queremos enseñar, por eso nuestros hijos nos llaman pesados.
¿Tú crees que eres un padre o una madre pesada?. Puede que creas que eres una madre pesada o un pesado padre pero los padres no tienen que sentir que son unos pesados lo que tienen es que sentir que educan de manera sistemática.
¿Cómo diferenciar ser pesado de ser sistemático?
1.- Los padres pesados repiten las instrucciones con desesperación y enfado. Los padres sistemáticos repiten las instrucciones con seguridad y firmeza.
2.- Los padres pesados hablan constantemente. Los padres sistemáticos actúan constantemente.
3.- Los padres pesados recuerdan a sus hijos las cosas que hacen mal. Los padres sistemáticos recuerdan constantemente cómo se hacen las cosas bien.
4.- Los padres pesados dan respuesta a todas las demandas de sus hijos y, además, les llaman pesados. Los padres sistemáticos animan a sus hijos a que busquen las respuestas.
5.- Los padres pesados tiene la necesidad de saber constantemente, qué están haciendo y dónde están sus hijos y para ello entran es sus cuartos, o los llaman al móvil, cada dos por tres; los padres sistemáticos se informan previamente de dónde están sus hijos y de qué van a hacer y saben cómo supervisar.
6.- Los padres pesados no confían en sus hijos, los ven siempre más ingenuos, más incapaces, menos preparados y se sienten en la obligación de protegerlos; los padres sistemáticos ponen normas y límites y dejan claras cuales son las consecuencias de saltarse dichas normas.
7.- Los padres pesados, tienen mucho miedo y lo trasmiten a sus hijos; los padres sistemáticos también tienen miedo, pero no dejan que sea el temor el que eduque.
8.- Los padres pesados se consideran los mejores padres; los padres sistemáticos saben que todos los días se aprenden lecciones nuevas y, a veces, de los propios hijos.
9.- Los padres pesados nunca están lo suficientemente satisfechos con lo que hacen sus hijos; los padres sistemáticos procuran estar satisfechos con ellos mismos para que sus hijos lo vean y lo escuchen.
10.- Los padres pesados son compañeros pesados, cuñados pesados, amigos pesados, son unos pesados allá donde vayan y los padres sistemáticos educan a los que tienen en casa y cuidan a sus amigos, a su familia, a sus compañeros.
Efectivamente, hay que repetir a los hijos muchas veces las cosas, hay que recordar y volver a recordar lo que es tolerable y lo que no lo es. ¡Claro que hay que educar a todas horas!, y te recuerdo que ya seas pesado o sistemático, tus hijos siempre van a llamarte pesado. Pero tú a lo tuyo, a educar.
Así que ya sabes, la próxima vez que tu hijo te llame pesado o pesada contéstale: