Si hay algo que suele poner de los nervios a madres y padres es presenciar cómo sus hijos son mangoneados por otros niños. A veces, antes de quedar con amigos, familiares y sus hijos, empezamos a rumiar “verás tú el insoportable del niño como va a hacer rabiar al nuestro”.
Y dicho y hecho, a los tres minutos de estar juntos ya ves que el mangoneador empieza a poner pegas a tu hijo: “que feas tus zapatillas”; a decidir si tu hijo va a jugar o no con los demás; a querer coger todo lo que a tu hijo le apetece coger, etc. Sí, mangonean bien a tu niño y tú cada vez más de los “nervios”. Al principio intervenimos con buenas palabras y maneras: “venga, que sois amigos, y los amigos juegan juntos; venga un ratito para ti y luego un ratito para ti;” pero nada, el niño mangoneante es un insaciable, y tu hijo o tu hija están dejándose mangonear y ¡sin decir nada! Así que nos ponemos a pensar que esta criatura nuestra no tiene sangre en las venas, o lo que es peor, es un tontaina que se deja mangonear por el petardo o petarda de turno.
Tú no quieres que tu hijo sea un mangoneado, ¿Qué puedes hacer?
Por lo general los mangoneados no son conscientes de esa situación, y no me estoy refiriendo a los votantes españoles, me refiero a que tu hijo lo que quiere es jugar, y además quiere jugar con el petardo o la petarda. Así que no le importa que una y otra vez lo manejen. Hay muchas personas en el mundo que aceptan un poco de mangoneo para poder ser aceptados por otras personas.
Si tu criatura se queja, sencillamente hazle ver que tiene otras opciones. “Dile que no quieres jugar a tal cosa, dile que ahora no le vas a dejar tal juguete…”, hazle vez que él puede decidir qué hacer, aunque a la otra persona no le guste.
Enséñale a que sea capaz de mantener su criterio pero luego no te quejes si lo utiliza contra ti en vez de utilizarlo con el mangoneador de turno.
No le hagas sentir que es un inútil a la hora de relacionarse con otros niños. Bastante tiene con el mangoneador, para además tener que contemplar cómo sus padres le ponen cara de incompetencia.
Enséñale a tomar decisiones y a mantenerlas. Los niños mangoneables suelen ser niños muy indecisos a los que todo “le da igual”. Deja que a lo largo del día se tengan que enfrentar a pequeñas tomas de decisión (elegir ropa, elegir merienda, elegir juego, etc y una vez que hayan elegido hacerles ver que tienen que mantener su elección).
Procura no intervenir directamente en estas situaciones pues es posible que salgas tarifando con tus amigos o familiares. A veces, te gustaría que los otros padres intervinieran, y ahí están sentados plácidamente mientras el petardo o petarda martiriza al tuyo. Pero tú educa al tuyo. A veces es conveniente hablar con los otros padres, que son amigos o familia, porque no sería la primera vez que una estupenda amistad se estropea por culpa de la manera de relacionarse de los hijos.
A menudo padres y madres mangoneamos a nuestros hijos y les enseñamos cómo deben de obedecer sin rechistar y a hacer lo que les decimos, y ellos aprenden , pero luego nos resulta muy molesto que sean otros los que los mangoneen.
Educar es muy entretenido.