Hace unos días un padre me envió un correo electrónico en el que me decía: “Hablando con mi hija me comentó que su mejor amiga es anoréxica, pero me dijo que no podía utilizar esa información. Yo conozco a los padres de esta chica y me encuentro en la duda sobre cómo actuar, ¿debo respetar la confidencialidad de la comunicación para no defraudar a mi hija o por el contrario debería llamar a los padres de esa chica y advertirles de la conducta de su hija?” Esta es la orientación que me solicitó un padre y esta fue mi contestación: Si tu hijo estuviera viviendo una situación de potencial peligro, conductas de anorexia, acoso, ideas suicidas, abuso, etc. ¿te gustaría saberlo? Pues entonces actúa.
¿Qué hacer cuando nuestros hijos nos rebelan información sobre situaciones de riesgo de alguno de sus amigos? (Foto ABC.es)
¿Cómo actuar en estos casos?
Antes de actuar hay que diferenciar lo que son situaciones de potencial peligro de las que no lo son, me explico, si la criatura tiene 14 años y fuma, o tiene 16 y se acuesta con su novio o novia, o fuman porros, se pasan en el botellón, etc. y tu hijo te lo rebela, considero que esto no es para irlo contando a los otros padres, entre otras cosas, porque tu hijo puede contarlo porque él esté haciendo igual y quiera “sondear tu respuesta”; y fundamentalmente porque TODOS los padres debemos de estar atentos y hablar con nuestros hijos de estos temas: tabaco, sexo, drogas, porque nuestros hijos viven en un contexto en el que están presentes todos estos temas.
Sin embargo, cuando la información es de riesgo potencial (anorexias, maltrato, abuso sexual, juego patológico, etc., entonces sí que hay que intervenir:
En primer lugar haciéndole ver a nuestros hijos, que nos han dado la información, que el silencio no siempre es una manera de respetar a su amigo ni de ayudarlo, que en todo caso, es una manera de encubrir un problema real o imaginario que puede tener unas consecuencias muy dañinas para su amigo. El silencio no siempre nos convierte en leales amigos, a veces nos puede hacer cómplices.
Y en segundo lugar, animar a nuestros hijos a que hablen con su amigo para que busque ayuda. Y no hay mejor ayuda que aquella que comienza en casa.
Por otro lado, informar a los padres, directamente o indirectamente, pero hacerlos conocedores de esta situación.
Indirectamente puede ser a través del centro escolar. Los orientadores y/o tutores pueden manejar esa información con la suficiente confidencialidad y rigor para informar a los padres e iniciar una intervención.
Directamente hablando con los padres, haciéndoles partícipes de esa información. Para ello hay que ser empáticos, pues a todos los padres nos duele enterarnos por terceros de aspectos de la vida de nuestros hijos. Dar la información lo más claro posible, sin introducir nuestras creencias, ideas o maneras de actuar ( por ejemplo, me he enterado de que a tu hijo le están acosando y, por las razones que desconozco, no os lo ha contado. Como padre creo que es imprescindible que tengáis esta información para poder ayudar a vuestro hijo.
Es fácil que unos padres ante esta información queden un poco desorientados y os hagan muchas preguntas, vosotros solo tenéis que decirles que esta es la información que tenéis y que hablen con su hijo. Del mismo modo que los hijos buscan refugio y apoyo entre sus amigos, los padres también deberíamos apoyarnos entre nosotros.
Apoyarnos, los padres necesitamos a los padres de los amigos de nuestros hijos porque a menudo tienen información que nos ayudaría a entender algunos de los comportamientos de nuestros hijos. Así que tejamos esa red de apoyo, una hermandad entre padres y madres que educan, en la que no hay más intención que la de colaborar y ayudarnos en la educación de los hijos; una red de padres y madres orgullosos de la tarea de educar, sobre todo, cuando nuestros hijos más nos necesitan.
¡A la tarea!