En una época no muy lejana en nuestras escuelas se estudiaba la lista de los Reyes Godos, algo así como Juego de Tronos, pero a nivel patrio, eran los tiempos del Nodo cuando los niños en invierno tenían sabañones en orejas y manos. La EGB trajo las “matemáticas modernas”, sí la de los conjuntos, aquella en las que un conjunto vacío se describía como “una jaula sin pájaro”. La LOGSE nos trajo diseños curriculares, transversales y la falsa creencia de que como las criaturas no se sabían ni la lista de los Reyes Godos (se sabían la lista de los Pokemon con evoluciones incluidas), ni Matemáticas modernas, eran unos ignorantes. Y para solucionarlo, ¡toma!, llegó la LOPEG, y para mejorarla, la LOCE, que fue cambiada por la LOE, luego la LOMCE y pronto vendrá la LOMLOE. Mucha Ley y poca chicha. Adiós Ataúlfo, adiós Teodorico, adiós a las Matemáticas modernas de cuando los chicos y chicas eran ye-yes. Durante todas y cada una de estas Leyes siempre ha habido alguien que decía con displicencia:“cada vez saben menos estas criaturas”.
Nuestros hijos y sus profesores inician, este curso, la escuela con una realidad más poderosa, más transformadora que una Ley: un virus.
El virus que transforma la escuela, que transforma una sociedad, que transforma familias. Un virus que nos presenta una cruda realidad a la que eufemísticamente llamamos “nueva normalidad”.
El virus hoy está aquí, ¿mañana? Quien sabe. Se ha instalado entre nosotros, así que ésta es la nueva normalidad. Al virus le gusta también la escuela. Pero no podemos dejar que el virus se adueñe de la escuela y vacíe las aulas. Las aulas son de nuestros hijos, de sus profesores, de todos nosotros.
El combate se librará en las escuelas. Es el momento del profesorado, de la escuela pública o concertada, porque el virus no hace distinciones. El momento de la escuela como servicio. El momento de poner en valor a un profesorado que, armado de Gel Hidroalcohólico, mascarillas, un metro y su competencia profesional y personal va a combatir por mantener las escuelas abiertas y a sus alumnos aprendiendo a salvo.
Es normal tener miedo, pero yo si tengo que elegir entre Miguel Bosé y el ministro de Sanidad lo tengo claro. Es normal tener miedo, lo que no es normal es trasmitir miedo a aquellos que no tienen capacidad para controlarlo. El papel de padres y madres y profesorado es el de informar, guiar a nuestros hijos y alumnos, a eso lo llamamos educar. Cómo combatir el virus es algo que tenemos que enseñar a nuestros hijos y alumnado en estos días. La información ayuda a controlar el miedo.
Confiar. La confianza mutua es un pilar básico en las relaciones entre padres y profesorado. El Covid nos empuja a la colaboración directa, sincera, a ser responsables con el cumplimiento de las normas, y el COVID llena la escuela de protocolos y de normas que tienen como objetivo poner a salvo a nuestros hijos y al profesorado, así que respetadlas.
Priorizar. En situaciones novedosas las actuaciones han de ser igualmente novedosas. No se puede en la actualidad programar la escuela que teníamos en la antigua normalidad. Todo ha cambiado y todos nos tenemos que poner las pilas para dar respuestas acordes a la realidad en la que nos movemos. Habrá que introducir cambios, ajustar contenidos, determinar qué es importante y qué es urgente. Son tiempos de preservar la salud, la física y la mental de todos, de profesorado, de familias, del alumnado. Tiempos en los que el miedo se convierte en el mayor enemigo de la escuela.
¿Te sabes los Reyes Godos?, ¿Sabes que es un conjunto vacío? Pues tus hijos no van a aprender algunas cosas en estos tiempos, no te preocupes, no pasa nada porque seguro van a aprender otras lecciones, lecciones de vida, que le serán útiles para los restos.
Buen curso profesorado, buen curso familias, buen curso alumnado.