¿Sufres en silencio?, ¿notas que la yugular tiende a hincharse?, ¿malestar?, ¿una cierta desesperación que no se calma?, ¿síntomas que parece que desaparecen, pero inmediatamente vuelven a aparecer y con mayor intensidad? No, no son hemorroides, es que tiene hijos y estás en época de crianza.
Los hijos un día, a veces sin avisar, nos despiertan de nuestra ensoñación sobre en qué consiste esto de ser padres y madres. Unos antes y otros después nos abren los ojos sobre que esto de educar hijos no es pan comido, ni es un viaje al paraíso con pulsera de todo gratis; nos abren los ojos a base de bien cuando descubrimos que todo lo han de aprender y todo les tenemos que enseñar. No, los hijos no vienen con un pan debajo del brazo, ni con manual de instrucciones, ni con un tatuaje que diga “nacido para hacerte feliz”, más bien con uno que dice “te vas a enterar”.
Educar es exigente, más aún cuando padres y madres no son perfectos, pero se nos olvida muchas veces eso de que si los padres somos imperfectos nuestros hijos van a traer de serie esa imperfección. Educar requiere dedicación, tiempo, constancia, confianza, convicción, amor.
Dedicación, que es sencillamente la atención y esfuerzo que padres y madres dedicamos a la tarea de educar y esta es una profesión de dedicación exclusiva que tenemos que compartir con otras dedicaciones: pareja, familia, amistades, uno mismo.
Tiempo: el reloj de la crianza tiene su ritmo, las criaturas de 3 años tienden a hacer las cosas que saben y pueden hacer los de 3 años y hasta que no tienen 40 no hacen cosas de 40. Controla esos pensamientos de “qué ganas tengo de que crezcas” (así dicho con malestar, desesperación..) Solo vivimos ahora.
Constancia: que consiste en repetir tantas veces como sea necesario las “instrucciones” de funcionamiento de la familia. Los hijos te gritarán: ¡pesado!, eso es que lo estás haciendo bien, pero recuérdale que no eres pesado, eres sistemático.
Confianza: Cómo no te va a picar todo si no confías en tus hijos, si no confías en ti. La confianza no es ciega, la confianza es una manera de blindar el valor que tienen nuestros hijos y no está reñida con las normas, los límites y las consecuencias.
Convicción. Dudar mientras se educa es inevitable, pero resolver dudas es una manera de construir la convicción de que lo que hacemos mientras educamos ayudará a nuestros hijos a construirse como personas.
Amor, el requisito fundamental. La dedicación, el tiempo, la constancia, la confianza y la convicción son una consecuencia de ese amor, cultiva el amor y germinarán el resto.
Los hijos no son hemorroides, no sufras en silencio. Habla, saca de tu interior los miedos que te atenazan, compártelos en casa, con tu familia, con tus amistades, con los profesores de tus hijos. Habla y verás que tus miedos son los miedos de la mayoría de padres y madres, habla y notarás alivio, pero no te relajes que la crianza continúa.