En los últimos años, con el final de las vacaciones de verano, además de los anuncios de coleccionables por fascículos, clases de idiomas y el propósito de bajar los kilos que, no se sabe como, se adhieren a nuestras cinturas, llega también el debate de…”es que los niños tienen muchas vacaciones”, bueno, la verdad es que parece que los que tienen muchas vacaciones no son los niños sino sus profesores. Y así se lía parda.
Que la conciliación familiar y laboral es una necesidad imperiosa no lo podemos obviar, nuestra sociedad va cambiando y las instituciones que la configuran también se ven sometidas a esos procesos de cambio. Está claro que la “escuela” es uno de los factores que incide de manera directa en la conciliación familiar, pero solo uno de los muchos factores y sin embargo parece que la mayor responsabilidad para favorecer esta conciliación recae en la escuela y, de manera más concreta, en el calendario escolar.
Un calendario escolar del que destacaríamos dos aspectos, por una parte a la pregunta esa de ¿Tienen muchas vacaciones nuestros escolares?, pues los datos dicen que estamos en la media europea, incluso tenemos menos vacaciones que algunos países de nuestro entorno mediterráneo (Portugal, Italia, Grecia), lo que ocurre es que la mayor parte de los periodos no lectivos se concentran en verano; y por otro lado, debemos tener en cuenta que el profesorado en España imparte más horas de clase, salvo Dinamarca, que el resto de profesores de Europa. Resumiendo, por un lado, un calendario de vacaciones centrado fundamentalmente en el periodo estival, y por otro, un profesorado que imparte más horas de clase que la mayoría de sus colegas europeos.
¿Podría mejorarse el calendario? Por supuesto que sí, podríamos tener un calendario más racional, con un reparto de los días no lectivos a lo largo del curso. Pero, tenemos un pequeño problema, en Extremadura el clima se vuelve muy caluroso de junio a septiembre y, a diferencia de otros países del centro y norte de Europa, se hace muy difícil poder estar desarrollando los procesos de enseñanza-aprendizaje en espacios que no superen los 27º (que es el umbral mínimo de calor soportable dentro de un aula). Y esto tiene difícil solución, el gasto de climatizar todas las aulas de todos los colegios se puede comer el presupuesto de educación.
El problema de la conciliación no lo puede resolver exclusivamente la escuela. La escuela puede y debe colaborar en facilitar la conciliación, potenciando la educación infantil gratuita, las aulas de 2 años, abriendo los centros para que puedan los padres gestionar aulas matinales, comedores escolares, actividades extraescolares, etc., pero no puede recaer en el profesorado el peso de la conciliación porque el profesorado ya imparte muchas horas de clase y si alargas el calendario hay que reducir las horas de clase, y si se reducen, las familias en las que ambos progenitores trabajan se encuentran de nuevo con dificultades para conciliar.
La conciliación familiar y laboral es más que necesaria sin duda alguna, pero ver al profesorado como unos privilegiados que tienen muchas vacaciones, creo que, además de no ser cierto, es injusto para aquellos que se encargan de formar a nuestros hijos. Ver a las familias como “nos dejan aquí a sus hijos como si esto fuera un parking” igualmente tampoco es cierto y es injusto. Profesorado y familias, maestras y madres, profesores y padres, somos imperfectos, nos equivocamos a veces, pero nuestros hijos nos necesitan, necesitan que vayamos de la mano. Este curso nos vendría bien a todos un poco de empatía para que las familias se pongan en la piel del profesorado, pero también el profesorado ponerse en la piel de las familias. Solo así será posible que avancemos como comunidad educativa. Buen curso para todos.