No podemos blindar a nuestros hijos ante los peligros que les acechan mientras van creciendo, pero sí podemos darles información sobre qué deberían hacer frente a diferentes situaciones de riesgo con las que pueden encontrarse.
Les instruimos en cómo tienen que cruzar las calles, les instruimos para que no hablen con desconocidos, les damos bien la teórica de la importancia de preservar la salud, lávate las manos, cepíllate los dientes… pero, según mi experiencia como orientador escolar, pocas veces les hablamos de cómo deben actuar frente a los abusos sexuales.
Prevenir el abuso sexual en la infancia tiene coste cero y beneficios impagables. (Foto ABC.es)
Sí, no miremos para otro lado, los abusos sexuales en la infancia son, por desgracia, más frecuentes y más cercanos de lo que solemos creer y requieren que padres y madres nos pongamos activamente a proteger a nuestros hijos e hijas dándoles estrategias de cómo pueden actuar.
Los abusos sexuales en la infancia dejan cicatrices difíciles de borrar. Los abusos sexuales en la infancia los protagonizan, en general, personas del entorno. “Un monstruo viene a verme, un monstruo se instala en mi vida”. Los niños pueden vivir estas experiencias con un sentimiento de culpa que no para de crecer y les hace sentirse poca cosa, responsables de ese abuso. Y todo esto en silencio, con un sufrimiento invisible a los ojos de los demás.
¿Que qué puedes hacer? Educa.
Enséñales desde pequeñitos a que los genitales tienen nombre: Vulva y Pene. Eso de colita, culito de delante, pepe, pilila y demás eufemismos, son una manera de esconder una realidad y de mostrar la inseguridad que nos genera el tema de la sexualidad. Y ¿no te parece que eso de tener un culo delante y otro atrás es un lío?
Enséñales que los genitales son partes del cuerpo íntimas y que íntimas significa que no todo el mundo pueda verlas ni tocarlas. Solo papá y mamá y otras personas cuando estén presentes papá o mamá. No les fuerces ni obligues a dar besos, los besos son un bien preciado que solo se dan cuando salen de dentro.
Enséñales que nadie le puede tocar esas partes y que nadie le puede pedir a ellos que toquen esas partes a otra persona, sea niño o adulto.
Enséñales qué cosas son un secreto y qué cosas no son un secreto. Y que todo aquello que haga referencia a caricias en los genitales, fotos desnudos, nunca jamás puede ser un secreto, ni un juego. Y que si esto ocurre se lo deben de decir tranquilamente a papá y a mamá, a los dos, siempre a los dos, porque ellos sabrán cómo actuar.
Y, además de hablar con tus hijos, hay que hablar abiertamente con las personas de nuestro entorno para que sepan que nuestros hijos están instruidos en cómo actuar frente a los abusos sexuales.
Recuerda que siempre, siempre y siempre el menor es la víctima. No les hagamos sentir responsables porque la responsabilidad siempre la tiene un adulto. No les dejemos desamparados.
Tienes una conversación inevitable con tus hijos con la que puede darles herramientas para evitar un sufrimiento insidioso que lastre su desarrollo. Y de vez en cuando refresca esta conversación, con tres años, con cuatro, con seis, con ocho, con doce, con catorce años.
Educar tiene un coste cero y beneficio impagable.