Yo no sé quién “inventó” el maniqueísmo, pero estoy casi seguro de que el señor, o señora, Maniqueo era español.
Qué nos gusta posicionarnos fervorosamente frente a algo y denigrar, fervorosamente también, lo contrario, y que rápidamente encontramos expertos que avalen nuestra preferencia. Ya ves, hay expertos para todas tus creencias.
Así vamos por la vida, como si fuéramos tertulianos, o lo que es lo mismo, catetos ilustrados con anteojeras, que nos posicionamos rápidamente en aquello que esté de moda posicionarse. Así que o eres facha o eres progre, taurino o antitaurino, de todos o de todes, de Motos o de Broncanos, y ahora, pues toca de jornada continua o de jornada partida.
Me preguntan a menudo mi opinión respecto a este tema, como si realmente les importara mi opinión, cuando lo que realmente les importa es que mi opinión coincida con la suya, así que para unos soy un referente y para otros no tengo ni p… idea.
Y yo, en este mundo maniqueo, veo la vida de colores, con sus gamas variadas, con sus matices, con sus diferencias. Me debo de estar haciendo viejo, sin catar aún los viajes del Imserso, porque cada vez me da más pereza esto de “tener que tener” la razón, y más pereza aún intentar convencer a los demás de ello.
La Escuela, nuestra escuela, está claro que es mejorable como son mejorables nuestros gobernantes, nuestra sanidad, nuestra administración pública, nuestra propia manera de vivir.
Pero creo que este debate sobre el horario de la jornada escolar puede generar y de hecho genera más enfrentamiento y desavenencias que posibilidades de acuerdo, y si algo necesitamos en la escuela es dejarnos de mirar con suspicacia unos a otros e ir de la mano.
La jornada continua tiene ventajas y desventajas. Y la jornada partida también. Y lo dicho, hay expertos para todas y cada una de las posturas.
Bajo esta polémica sobre el horario de la escuela subyace un problema más importante, el problema de la conciliación familiar que tiene nuestra sociedad y, sinceramente, creo que este problema no lo tiene que arreglar la escuela. La escuela es un espacio de desarrollo, de crecimiento, de competencias y para esto se necesitan recursos y esos recursos no son solo digitales (que también son necesarios), son fundamentalmente humanos, más profesores. Ponga usted dos profesores por aula, más orientadores, más especialistas para atender a la diversidad, y verá cómo hay menos fracaso escolar, y póngalos sobre todo en aquellos colegios donde se escolarizan los alumnos con mayor desventaja. La escuela no es un espacio donde cuidar hijos mientras sus padres trabajan, ese no es el objetivo de la educación. Y si los padres necesitan espacios donde sus hijos estén seguros mientras ellos trabajan, los centros escolares podrán ser un estupendo recurso si se contratan a otros profesionales para que realicen esa labor de vigilancia y cuidado.
Con todos mis respetos, el indicador de que cada vez hay más perros que niños en las familias indica la importancia que le damos en nuestra sociedad a las familias y las ayudas que damos para que sea posible la conciliación familiar. ¿Por qué nuestros gobernantes no se deciden a ayudar de verdad a la conciliación subvencionando excedencias para que los trabajadores puedan cuidar a sus hijos más allá del primer año de vida, sin que sea gravoso para las empresas o instituciones donde trabajan? Porque cuesta dinero, por eso es más barato alimentar debates en los que echemos a pelear a familias y profesores que desarrollar una buena política de protección de la familia.
Y yo iba al colegio en jornada partida de lunes a viernes y los sábados por la mañana, pero eso no me hizo mejor a mi, ni a mis compañeros, es que eran los años 60. Y ahora estamos en otro siglo.