Acabo de regresar del año 2074, me han invitado a un acto con motivo del cierre del último parque infantil de nuestra ciudad.

Se venía venir la hecatombe, pero nadie hizo nada, no hicimos nada por evitarlo, todos creímos que eso nunca ocurriría, como con el cambio climático que hasta que no llegó el verano perpetuó no fuimos conscientes de cómo devoramos los recursos del planeta.

Se cierran los parques porque no hay niños, y apenas hay niños porque han terminado siendo incompatibles con el trabajo, incompatibles con la vida. Se pospone el momento de procrear porque primero vamos a disfrutar; luego las empresas poniendo el foco en la producción no facilitan mucho esto de conciliar. Y si le añadimos que encontrar una vivienda para la gente joven se ha convertido también en un obstáculo infranqueable y resulta que todos los mamíferos necesitan una guarida para criar. A todo esto se une el deseo del ocio, ganar dinero para comprar tiempo de ocio, ocio para disfrutar, disfrutar traducido como no tener problemas. Y por último, creo que también estamos desanimando a esto de la crianza proponiendo unos modelos de educación un tanto rígidos, educar debe ser más espontáneo, una experiencia única y no un cúmulo de frustraciones que te hagan pensar en que serías una mala madre, un mal padre.

Pues ya está, con todos estos inconvenientes lo de la conciliación familiar se quedó como lo de la paz en el mundo, una frase bonita, un deseo.

En el 2074 no hay niños, bueno claro que hay niños pero la mayoría son hologramas que, como un adorno, le dan algo de bullicio a las silenciosas calles de la ciudad, y los niños auténticos sufren el acoso de cientos de adultos que quieren hablar con ellos, acariciarlos, escuchar su risa y hacerse unas fotos con sus IPhone 66. Por eso sus padres evitan sacarlos a la calle y se están diseñando reservas urbanas donde los niños pueden ir por la calle sin ser molestados, y los adultos organizan visitas guiadas para verlos en su hábitat, como lo que vemos en los programas de después de comer de la 2.

Los niños se escolarizan en sus casas y la mayoría de los centros escolares en el 2074 son CCM centros de convivencia de mascotas, desde que las leyes de defensa de seres vivos acompañantes, que es como se denominan a las mascotas, prohibieron que estos permanecieran solos en los hogares mientras sus humanos trabajan.

Los maestros que están casi desaparecidos, son ahora valorados como leyendas, la profesión más arriesgada que ha existido y los bisnietos o tataranietos de los últimos docentes muestran con orgullo su linaje. A las parejas, pocas, que tienen hijos los denominan sarcásticamente progenitores cuyo significado es algo así como hippie, iluso, inconsciente.

La esperanza de vida es eterna, los ricos se operan para ponerse arrugas porque en el 2074 es verdad que la arruga es bella, ya lo predijo Adolfo  Domínguez  en 1990.

En spotify la lista más escuchada es la de Había una vez un circo, de Gabi, Fofó y Miliki  y en Netflix lleva más de un lustro de número 1  las películas “La gran familia” y “Sonrisas y lágrimas “.

No, no molestan los niños. Lo que molesta más es tener que CUIDAR, preocuparse por los demás, por los que nos rodean. Dedicar tiempo a los demás. Nos molesta sufrir, nos molesta no estar pendientes de lo nuestro, estamos desarrollando una tendencia al selfismo, a mirarnos el ombligo, a preocuparnos de lo nuestro y minusvalorar lo de los demás.

Igual aún estamos a tiempo de evitar que los columpios sean parte de los museos etnográficos. Nunca es tarde para cuidar.