Yo también he visto la serie Adolescencia y creo que es una serie que ayuda a entender el pensamiento y la conducta de algunos adolescentes, pero sobre todo nos hace reflexionar sobre aspectos de la educación.
Vamos a ver, si hay adultos que creen que la tierra es plana; que las vacunas son experimentos genéticos o una forma de inocular microchips 5G que controlan nuestra mente; que los pornomarxistas están impulsando la homosexualidad y la pedofilia para destruir el mundo; que hay un complot para destruir la civilización cristiana europea a través de la inmigración; que los aviones rocían con sustancias químicas o bien para esterilizarnos, o para cambiar el clima; etc. Y esto lo creen, argumentan, porque dicen que leen, que ellos saben qué es verdad y el resto, yo entre ellos, estamos atontados, engañados, abducidos.
Pues si esto lo creen adultos, cómo nos vamos ahora a extrañar de que los adolescentes, y al amparo de las redes sociales, lean, escuchen y/o difundan teorías que ellos puedan utilizar para explicar, entre otras cosas, por qué algunos de ellos no se comen ni una rosca. Ellos que ven porno, ellos que creen que eso es la forma normal de relacionarse, ellos que reguetonean, pues si, a pesar de todo eso, ellos no se comen ni una rosca. ¿La culpa? Sencilla, tienen una teoría para explicarlo. la Teoría Del 20 – 80. Al 80 por ciento de las mujeres les gusta solo el 20 por ciento de los hombres, así que hay un 80 por ciento de hombres, que como no se comen un colín han decidido que la culpa de su obligado celibato la tienen las mujeres por tener la posibilidad de decidir. A eso le llaman incel. Y lo que durante mucho tiempo ha sido normal, o sea ser adolescente y tener granos y aliviar el deseo a base de duchas y/o masturbaciones varias, ahora es una conjura, ahora se trasmite la idea de que esto ocurre por culpa del feminismo (sic).
Esto encierra un peligro, el de culpabilizar a otros (mujeres, musulmanes, inmigrantes, vacunas, etc.) de tu malestar.
Los adolescentes son puro reflejo de la sociedad en la que viven, no lo olvidemos. Todo lo que hacen lo han aprendido de adultos, lo ven, lo leen, lo escuchan.
A lo mejor tenemos que educarles en su desarrollo afectivo-sexual, ya no tienes que hablarles de cómo se “hacen” los niños, de lo que tienes que hablarles de cómo se trata, del buen trato, a las personas con las que te rodeas, a las personas que te gustan, a las personas que te gustan menos, a las personas que quieres.
A lo mejor tenemos que recordarles a nuestros adolescentes que ser rechazados como pareja afectiva (o sexual) es parte de la vida real y no una conjura para fastidiarle la vida. Y ante el rechazo no hay espacio para la difamación y menos aún para la violencia, la agresión.
A lo mejor tenemos que insistir en educarles en tolerar la frustración, un aprendizaje que es fundamental, porque en la vida te caen tortas de diferentes direcciones, algunas inesperadas. Aprender a tolerar la frustración no es desactivar la rebeldía, todo lo contrario, es activar el pensamiento crítico para hacerte protagonista de tu vida. Es mejor aprender a tolerar la frustración que sumirse en el rebaño de los que se creen elegidos, los que saben de qué va la vida, de los que han tomado la pastilla roja.
Menos preocuparse y más ocuparse.