En Navidad encendemos luces por todas partes, pero últimamente nos estamos olvidando de encender nuestras miradas. Estamos todo el tiempo con los móviles pegados a nuestras manos, como si fuéramos a perdernos algo importante. Y resulta que lo más valioso de la vida está siempre justo delante de nuestra cara.

Os propongo, y yo me lo propongo el primero, que dejemos los móviles descansando al entrar en nuestras casas, en las reuniones con nuestros amigos, porque la vida no llega por Whatsapp, el amor no llega por las redes sociales, y los momentos que compartimos con los que queremos no caben en un tiktok.
Tal vez el mejor regalo que nos podemos hacer, y podemos hacer a los que nos rodean, es guardar el móvil, levantar la vista y quedarnos un poco más.
Mientras miramos los móviles, la vida real, la que importa, está pasando a nuestro lado.
Os animo a todos a participar en este reto, nunca es tarde.
Y os deseo unas felices fiestas conectados con la familia.
Un abrazo