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Carlos Pajuelo

Escuela de Padres

Queridos maestros

Queridos maestros, queridas maestras:

Dia a día, cada mañana, os confiamos el tesoro más valioso que tenemos en nuestras casas, nuestros hijos.
Os lo dejamos en la puerta del colegio o del Instituto con la mochila medio abierta, alguna tarea sin hacer, el desayuno a medias, y un proyecto de beso que, muchas veces, se diluye entes de llegar a sus mejillas.

Os los dejamos con sus anónimos miedos, con sus ansias anónimas, con sus risas y sus llantos afónicos.
Y les decimos ¡hasta luego! con el deseo de que en vuestras manos estarán bien, estarán bien, todo pasará.

No, no lo decimos a menudo, pero sabemos que tenéis una tarea muy complicada que va más allá de eso que llaman “enseñar”. Sabemos que es complicada porque a veces estamos desesperados, perdidos, asustados por nuestros hijos, y 30 padres dejan en la puerta del centro 30 hijos, 30 universos, 30 maneras de sentir, de pensar. Sabemos que todos los días vuestros alumnos os hablan con el cuerpo, con el gesto o con el silencio de esos universos tan particulares que son cada uno de ellos. Y sabemos que vosotros entendéis ese idioma invisible, a veces ininteligible, que en casa nos cuesta tanto descifrar.

Sabemos que hay tardes en las que os lleváis a vuestra casa una preocupación que no os pertenece, un desaire, una herida y muchas noches de desvelo en las que repasáis mentalmente una mirada triste, una salida de tono, o un “estoy harto, no puedo más”. Y esas preocupaciones, esos desaires, esas heridas y esos desvelos por lo general llevan el nombre de uno de nuestros hijos o de nuestras hijas.

Perdonad porque muchas veces os criticamos por aquello que nosotros mismos hacemos en casa. A menudo los padres somos impacientes, o muy críticos, o muy rígidos, y simplemente esto indica que estamos muertos de miedo. Nos asusta ver a nuestro hijo sufrir o equivocarse, y sin querer os pedimos a vosotros los milagros que somos incapaces de hacer. Perdonadnos por eso. Es solo amor, pero es que el amo, a veces, también es torpe.

Queremos daros las gracias por vuestra paciencia infinita, por seguir creyendo en el poder de una palabra amable, por celebrar cada pequeño avance, por mirar a nuestros hijos como personas en construcción, por no ser perfectos.

Gracias por cuidar lo que más queremos, por ser parte del tejido que sustenta sus raíces y construye sus alas, por enseñarles a leer el mundo y, sobre todo, por enseñarles a leerse a sí mismos.

Pon aquí el nombre de la querida maestra, querido maestro, querido profesor, querida profesora.

La tarea de ejercer de padres

Sobre el autor

Carlos Pajuelo Morán, psicólogo y padre de dos hijos y abuelo. Ha ejercido durante 35 años como Orientador Educativo en el Equipo Psicopedagógico de Atención Temprana de la Consejería de Educación y Empleo. Durante 21 años ha sido profesor asociado en la Facultad de Educación de la Universidad de Extremadura. En este blog los padres y madres interesados por los temas de la educación encontrarán información fácil y accesible, basada en aportaciones de la psicología y la psicopedagogía, que les ayude a identificar las competencias y habilidades que como padres poseen y a utilizarlas de la manera más eficaz para poder seguir ejerciendo esta apasionante, aunque a veces ingrata, tarea de ser padres.


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