Hoy no voy a hablaros de juguetes educativos, ni de compras excesivas, ni de qué es lo que debemos regalar a los niños. Voy a escribir una carta a los Reyes Magos con la lista de lo que pido para nosotros los padres y las madres, para los padres entregados, los asustados, los confiados y los inseguros, los abatidos y los luchadores, los que abandonaron y los que bregan.
Queridos Reyes Magos:
Los padres sabemos que somos manifiestamente mejorables, eso quiere decir que no siempre tenemos la palabra precisa ni actuamos de la manera más correcta, pero nuestras intenciones siempre son buenas y nuestras obras se basan en esas intenciones, por eso creo que somos merecedores de regalarnos:
-Un saco de Paciencia, que no es pasividad, para no olvidar que nuestros hijos necesitan tiempo para “madurar” y que mientras “maduran” es posible que cometan equivocaciones. Paciencia para poder educar sin prisas, porque el paso del tiempo no educa, educamos los padres.
-Un escudo para Controlar los miedos. El miedo es uno de los mayores enemigos de los padres. Nuestro natural instinto de protección puede ser desbordado por los miedos, y entonces corremos el peligro de educar para no estar asustados encerrando a nuestros hijos en una burbuja, en vez de educar para que nuestros hijos aprendan a enfrentarse a las situaciones de peligro que puedan presentarse.
Un mecano de Ilusión. La ilusión es necesaria para vivir y la ilusión se educa, se transmite, pero la ilusión no se circunscribe al ratoncito Pérez, a los Reyes Magos o en ir a Euro Disney. La ilusión se construye día a día, se contagia, se comparte. Nuestros hijos deben ver ilusión en las cosas que hacemos los padres, en las sencillas y cotidianas ilusiones como son los eventos familiares, salir con los amigos, ver juntos una película, hacer unas tortitas para merendar, jugar al parchís, ir a trabajar, volver a casa, etc.,
-Caramelos de optimismo. El optimismo es un valor necesario para educar. Unos padres optimistas son unos padres que saben que el mundo en el que vivimos no es el mejor de los mundos posibles pero se esfuerzan en ocuparse para hacerlo un lugar mejor para ellos y para sus hijos.
–Pañuelos de papel. Educar conlleva también momentos amargos. El sufrimiento es algo natural en la vida de los seres humanos y los que más nos hacen sufrir son aquellos a los que más queremos. El sufrimiento es inevitable y, sin embargo, los padres a veces hacemos esfuerzos para que nuestros hijos no se enfrenten al sufrimiento. Y educar es también enseñar a nuestros hijos a afrontar los reveses con los que la vida nos sorprende.
-Un camión-cisterna cargado de Sentido del humor, eso que dicen de aprender a reírse de uno mismo, y es que a veces los padres parecemos monologuistas del “club de la Comedia” ¿no es para reírse cuando decimos eso de “te crees que mi cartera es el Banco de España”? o la de “Una esclava, eso es lo que soy”, sin embargo, mi favorita es la de “ten cuidado no te vayan a echar algo en la Coca-Cola”, etc. Sentido del humor para mirar con otros ojos la tarea de ser padres.
-El disfraz de Fuerza y Constancia. Educar dura lo que dura una vida. Y mientras educamos hay momentos muy buenos, buenos, momentos regulares, momentos malos y momentos que te dejan cicatrices para toda la vida. Para los momentos buenos no hace falta nada ni nadie, pero para los malos y malísimos nos hace falta fuerza y constancia. A esa fuerza se le llama resiliencia (capacidad para hacer frente a las adversidades).
Y ya puesto, podía pedir que nos tocara la Lotería del Niño o el Euromillón, pero el dinero sólo sirve para comprar cosas y EDUCAR NO TIENE PRECIO.