“La semana que viene nos vamos de vacaciones y ya lo estoy temiendo. Con el pequeño no hay problema, pero la de 12 y el de 14 llevan un mes relatando con que por qué hay que ir de vacaciones, que ellos prefieren quedarse aquí con sus amigos. El mayor me dice que lo deje solo. ¿Vacaciones?, ¡que ganas tengo que llegue septiembre! ” Esto me lo contaba mi amigo Andrés, justo antes de preguntarme que cómo podía lograr que sus hijos adolescentes se fueran “convencidos y contentos (sic)”. Yo solo acerté a contestar que ya sería un éxito lograr que él fuera convencido y contento. El resto es otro cantar.
Los padres no somos los “encargados” de hacer felices a los hijos 24 horas al día. Los padres no somos una especie de Animadores Socioculturales que organizan la agenda de sus hijos para que ésta esté llena de variadas y ricas actividades que los entretengan, eduquen y los hagan felices.
Los padres proveemos de estructuras, de recursos, de modelos sobre maneras de actuar en diversas situaciones. Irse de vacaciones es, simplemente, una manera más de estar juntos, de disfrutar por estar juntos. Así que cuando estés bajo la sombrilla, si tus hijos están modorros, en vez de recomerte haz el favor de no olvidar:
1º.- Vamos de vacaciones con nuestra familia porque el objetivo es estar juntos intentando hacer cosas diferentes a las que hacemos durante el resto del año. No olvides que el objetivo es estar juntos, disfrutar por estar juntos, y hacer algunas actividades juntos. Se trata de que te propongas disfrutar porque estás con tu familia. Eso es lo que queremos trasmitir. Sonríe .
2º.- Las vacaciones son para todos. Prepararlas únicamente pensando en los hijos es la mejor manera de terminar sintiendo que algo has hecho mal. Piensa en tu pareja y en ti, en que tienen que ser vacaciones de disfrute para hijos, pero igualmente para padres y madres. Actividades para todos y, en la medida de lo posible, juntos. Que tus hijos te vean disfrutar con tu pareja, con lo que haces, con lo que ves, con lo que lees, con lo que comes.
3º.- No olvides que la mayoría de los hijos adolescentes preferirían estar con sus amigos, ( y tú si pudieras a lo mejor también, o acaso ¿ no te irías de crucero con tu pandilla? ¿Te imaginas, tú con tus amigas por las islas griegas? Deja de soñar. La realidad es que veraneamos con algunos hijos que desde que se levantan por la mañana están mal encarados, y como banda sonora no dejan de tararear su canción del verano: “buffff, qué rollo” en sus versiones “no quiero, no me gusta”, y rematado con el famoso “¡que me dejes!, y que sepas que el año que viene no pienso venir”.
4º.- No te pelees diciendo todo lo que haces y trabajas para que ellos tengan esas vacaciones y evita decirles eso de “ya me hubiera gustado a mí a tu edad…”. Hazles ver y sentir que tú estás a gusto con ellos, porque si entramos en peleas con ellos, al final terminaremos nosotros cantando la canción del verano esa de “bufff que rollo, el año que viene no vengo”.
5º.-Y mientras todo esto ocurre, disfruta en los momentos que puedas de esa cervecita, del espeto de sardinas, del libro que estás leyendo, de la siesta, del paseo, de la visita al mercado, de la cena, de la fiesta, de tu pareja, de tus hijos, de que hoy podéis estar allí todos juntos. Disfrutar es una manera de posicionarse ante la vida.
La vida pasa rápido. Yo comienzo mis vacaciones, me voy tranquilamente unos días a la playa, y mis hijos amenazan con venir a pasar unos días con sus padres. Intentaremos disfrutar, y cuando los tenga a mi lado, ya como adultos que son, recordaré los veranos en los que cantaban “bufff que rollo”
Echamos el cierre hasta Septiembre. Algunos mediodías o en algún atardecer mientras me tomo tranquilito una caña junto a mi familia, brindaré por mis lectores, padres y madres, por sus hijos, y por la tarea que aún nos queda por realizar. ¡Ea! Y como cantan las de Azúcar Moreno recordemos que “sólo se vive una vez”.