“Te dejo Carlos que ya hemos empezado el curso y con él llegan las tareas y me tengo que poner a leer con la niña y con la caligrafía del otro… ¡Madre mía con las ganitas que tenía de que empezaran las clases! y no veas qué tardes, discuto más que los tertulianos del “sálvame”. Y no te rías”, fue lo último que me dijo mi amiga Paqui mientras se marchaba como alma que lleva el diablo.
Este, el de las tareas escolares, es un tema de mucha enjundia y que considero que su regulación y su justificación se encuentran en una especie de “limbo” que tiene que ver más con el “uso y la costumbre” que con una planificación coordinada entre familia y escuela del papel de las tareas en el ámbito familiar.
En un pasado post hablé sobre cómo ayudar a los hijos en las tareas escolares, y en éste me gustaría hacer hincapié en algunos aspectos para optimizar el valor de las tareas para que éstas no se conviertan en una situación de crispación, pelea, llantos y además durante todo un curso.
¿Son necesarias las tareas escolares?
De entrada yo digo que las tareas son buenas, y si además están bien diseñadas, organizadas y coordinadas entre centro y familia, son muy buenas.
1.- Los deberes deberían tener como función principal la de dar apoyo y consolidar los aprendizajes realizados en el colegio, y no la de “sustituir” lo que no se ha hecho en el colegio. Ya sé que muchos padres estareís pensando “es que como no me ponga con mi hijo a hacer las tareas no aprueba el curso“.
2.- Los deberes requieren una importante coordinación entre los profesores del centro para que distribuyan la carga de las tareas de manera equitativa porque se puede dar el caso que alumnos con diferentes profesores se vean sometidos a una ingente cantidad de tareas.
3.- Los deberes tienen que tener en cuenta las características personales del alumno. Porque los alumnos no son iguales, no todos tienen las mismas necesidades ni las mismas capacidades a la hora de aprender.
4.- Lo que se busca con los deberes es la calidad y no la cantidad. El aburrimiento por realizar una tarea repetitiva mina la motivación. Hacer 20 sumas cuando has demostrado que haces bien cinco sumas, es solo sumar por sumar.
5.- Los deberes necesitan, sobre todo, de una buena coordinación entre profesores y padres para que a ambos les quede claro que el tipo de tareas que se van a realizar tienen un porqué y un tiempo que le tienen que dedicar. Cuanta más comunicación, mayor entendimiento y por lo tanto mayor posibilidad de que los deberes no se conviertan en un punto de fricción entre padres y profesorado y sobre todo entre padres e hijos. (“El niño se puede quedar atrás y yo tengo que seguir la marcha de la clase” es una frase que a veces escuchan los padres, y si no se les explica bien pueden entender que lo que se les pide es que la “avería” hay que repararla en casa.)
6.- ¿Cuánto tiempo haciendo tareas/estudiando?
El horario al final va a depender de cómo es el alumno-hijo; hay algunos que hacen las tareas en poco tiempo y otros que se eternizan. Lo mejor es hablar con los tutores de tus hijos para junto con ellos determinar cuál debe ser el horario más apropiado. Te recuerdo que las actividades extraescolares también cansan, física y mentalmente, no son un “recreo” por lo que influyen en el horario de hacer deberes y estudio.
Os dejo que tengo tareas.