Mi trabajo, entre otras cosas, me ha dado la oportunidad de orientar a muchas madres y padres en la “entretenida” tarea de educar a sus hijos. Escuchar a padres y madres que te confían sus miedos, su desesperación, sus frustraciones, es una gran responsabilidad que exige dar lo mejor de ti a sabiendas de que en esto de educar no existen las recetas milagrosas.
Hoy quiero hablaros de los padres y madres que tienen que enfrentarse a un hecho que los desgarra, un hecho que se inicia cuando escuchan las palabras “tu hijo tiene cáncer”.
A lo largo de nuestra vida podemos imaginarnos como se puede sentir uno en una situación dada, pero creo que hay algunas situaciones dolorosas que si no las has vivido por mucho que te acerques a imaginar ese dolor siempre te quedas lejos.
No, no son héroes esos padres, ni héroes son los hijos que se enfrentan al cáncer. Son padres como tú y como yo y sus hijos como los tuyos. No, no son héroes, simplemente es que no tienen más remedio que hacer frente a lo que llega. Padres y Madres que ante esta dura realidad hacen lo que los padres deben de hacer: mostrar a sus hijos maneras eficaces de afrontar situaciones difíciles y dolorosas.
Padres y madres normales, con hijos normales que se tienen que enfrentar a una situación para la que nunca creemos estar preparados y para ello se necesita:
Controlar aquellos pensamientos que nos llevan a pensar solo en la peor de las posibilidades y centrarnos en el día a día que es una manera efectiva de generar confianza.
La enfermedad no es un paréntesis en la vida de la familia, es parte de la vida de la familia y toda la familia debe participar de ella porque a todos afecta. El calendario no se detiene y toda la familia sigue viviendo y todos tienen sus necesidades. Es verdad que lo primero es lo primero pero hay que cuidar también de lo segundo, de lo tercero…
Cuando la vida te da palos no hay ansiolíticos, ni psicología que te puedan quitar el dolor. Cuando toca sufrir, se sufre y en esos momentos hay que buscar las fortalezas que tenemos dentro para dar respuesta, a veces para encontrar esta fortaleza hay personas que te pueden echar una buena mano. En la Asociación Oncológica Extremeña y en La Asociación Española Contra el Cáncer y otras asociaciones puedes encontrar una ayuda inestimable.
No, no es nada fácil ponerse en la piel de esas madres y padres pero eso no nos impide brindarles de manera positiva nuestro apoyo. Y para apoyar de una manera positiva procura:
Los padres necesitan sentirse seguros de que están haciendo lo mejor para ayudar a sus hijos enfermos, de que están tomando las decisiones más adecuadas, así que nada de meter presión e incertidumbre con comentarios del tipo “en tal sitio hay un médico estupendo, en tal otro una terapia tal, etc.” Deja a los profesionales, que son los que atienden a sus hijos, que sean los que orienten sobre esas decisiones.
La vida se vive en presente así que las palabras: confianza, esperanza, deben ser las que dibujen el paisaje. Y olvida ese repertorio agorero “de vaya desgracia”, “que asco de vida”, “que injusto”, “que pena” que trasmitimos a veces con palabras o con nuestro lenguaje corporal. Sentir pena por unos padres o por sus hijos no les ayuda para nada.
Los abrazos, los te quiero, los ánimos, los apoyos, por lo civil o por lo religioso, son de mucha ayuda pero deja que sean los propios padres los que los gestionen, los que decidan cómo y cuándo.
Con cariño a todas las madres y padres con hijos con cáncer que nos enseñan cómo las personas normales son capaces de hacer cosas excepcionales.
¡A vivir!