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¿Esto es arte?

Tápies, pintor de lo material e inmaterial

Si me preguntan por un artista que haya sido un referente estético del arte contemporáneo español. Ese es Antoni Tápies. Un magnífico pintor, escultor  de sensaciones que revolucionó la abstracción. 

En muchas ocasiones  he oído despreciar a Tápies. Argumentando que no le entendían, con el comentario fácil: “eso lo podría hacer mi hija pequeña”. El problema nace en intentar entender a este genial artista, más que entenderle debemos sentirlo.

La obra del artista catalán es en gran parte materia bruta sobre el lienzo. Grandes superficies de polvo de mármol, sobre las cuales pintaba con utensilios pocos convencionales como las manos, hierros, pies, brochas, cepillos, etc.

Según palabras del maestro, desarrolló una alergia natural hacia todos los utensilios,  colores y técnicas impuestas por las academias de las bellas artes. Autodidacta, que aprendió a dibujar haciendo autorretratos ante el espejo, fue en la pintura y la escultura donde encontró su medio de expresión . En su obra, podemos sentir las texturas, el equilibrio de las líneas, el ritmo de los colores neutros y una simbología tomada de la cultrua oriental sobre la que estuvo muy interesado. También desarrolló alergia hacia los colores primarios reduciendo su paleta a tintas neutras como el negro, el rojo y los ocres.

Todo lo académico le parecía rancio y el quería ir por otros caminos. Caminos opuestos a la estética establecidas y a lo que el denominaba de alta burguesía que no tenían ni idea de arte y menos de estética. 

Su obra es totalmente sensitiva, podemos sentir el tacto de la superficie rugosa de los cuadros, la agresividad de los surcos sobre el polvo de mármol mezclado con resinas que el mismo preparaba. El lienzo lo dejaba en el  suelo del estudio, y alrededor de el giraba mientras que todo iba saliendo. Al propio estilo de los expresionistas abstractos americanos como Jackson Pollock.  Como una danza ritual, el artista giraba en torno a la obra. La mente funcionaba, y las imágenes iban creándose en su cabeza. Se acercaba y se alejaba, se sentaba en un sillón del estudio a leer libros de filosofía oriental que le ayudaban a encauzar sus ideas y sus pensamientos.

En sus cuadros hay mucho de fisolosofía oriental. Los trazos enérgicos y decididos sobre superficies neutras, son propias de calígrafos japoneses. El utensilio en movimiento sobre la superficie crea líneas decididas con energía, decisión y perfecta armonía visual. En el cuadro se puede ver las huellas de las herramientas, en ocasiones paños mojados y empapados en pintura los retuerce sobre el lienzo creando manchas aleatorias, cepillos, brochas grandes, sus manos, sus pies como expresion de su ser en la obra. Los materiales más imposibles al arte tiene cabida en la obra de este genial artista, una manta puede ser la textura base sobre la que trabajar. Es un trabajo de collage donde las formas, las líneas y los símbolos nos envían mensajes de nuestro tiempo.

A primera vista la obra de tápies, parece ser hermética y compleja. Propia de “intelectualoides gafapastas”. Pero en mi opinión es una de las obras más universales que he podido conocer. Una iconografía sencilla y directa que llega a todos. El símbolo de la cruz es una constante en su obra, es un símbolo adoptado por el cristianismo pero que fue muy anterior en la cultura oriental como representación del equilibrio. En la actualidad este símbolo ha sido cambiado y evolucionado por las matemáticas como representación de lo positivo. En definitiva un lenguaje muy personal al que el artista fue fiel a lo largo de toda su vida. La pintura de Tápies es directa, visceral y teremendamente sensitiva.

Sin duda, Tápies, un artista que creó con su alma y que nos ha dejado un legado artístico de una calidad extraordinaria.

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Sobre el autor

Historiador del arte, comunicador audiovisual, artista plástico y músico.


octubre 2012
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