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Juan Francisco Caro

Extremadura en datos

Eliminar 20 diputados de la Asamblea daría mayoría absoluta al PP

Ejercicio de política-ficción. Desde hace ya algún tiempo, pero con más intensidad en los últimos días, se viene hablando de la posibilidad de reducir el número de diputados de la Asamblea de Extremadura para ahorrar gastos. La propuesta volvió a plantearla ayer mismo el presidente de la Cámara a los miembros de la Mesa, pero PSOE e IU la rechazan. Dice el diputado de IU Alenjandro Nogales que resulta “contradictoria” con bajar el porcentaje mínimo para obtener representación parlamentaria en las elecciones autonómicas, pueto que se “elevaría la ratio por diputado”.

Ya se han hecho algunos cálculos de qué ahorro económico supondría, pero ¿cómo afectaría una reducción del número de diputados a la representación parlamentaria obtenida por los partidos? Nada mejor que hacer la prueba. Tomemos como base los resultados de las últimas elecciones autonómicas y apliquemos la Ley D’Hont a distintas cifras de diputados totales, siempre impares. La reducción la haremos restando diputados del cupo de 20 parlamentarios fijos que tiene cada provincia, para no distorsionar los 25 diputados que se reparten en proporción al número de habitantes de cada provincia.

Pongamos que eliminamos de golpe diez diputados, cinco de Cáceres y otros tantos de Badajoz. En ese caso, se mantendría la correlación de fuerzas, pues el PP obtendría 27 diputados, pero no alcanzaría la mayoría absoluta, pues el PSOE tendría 25 diputados e IU mantendría los tres actuales.

En cambio, las cosas cambiarían reduciendo 20 diputados, hasta dejarlos en un total de 45. Es la cifra que saldría de aplicar una rebaja del 30% como la sugerida por el presidente de la Junta, José Antonio Monago. Aplicado el reparto, el PP conseguiría la mayoría absoluta con 23 diputados, frente a los 20 del PSOE y los dos de IU.

Pero no es la única reducción que daría como resultado un cambio de mayoría. Ocurriría también con solo eliminar dos diputados, al igual que si se repartieran 49, 41, 39 o 37 diputados, tal como se ve en el cuadro que aparece a continuación:

PP PSOE IU
65 diputados 32 30 3
63 diputados 32 28 3
61 diputados 30 28 3
59 diputados 29 27 3
57 diputados 28 26 3
55 diputados 27 25 3
53 diputados 26 24 3
51 diputados 25 24 2
49 diputados 25 22 2
47 diputados 23 22 2
45 diputados 23 20 2
43 diputados 21 20 2
41 diputados 21 19 1
39 diputados 20 18 1
37 diputados 19 17 1

Se constata, por tanto, que la correlación de fuerzas puede variar según el número de diputados que se elimine. A medida que la cifra total de parlamentarios baja son más frecuentes los resultados que inclinan la mayoría absoluta del lado del PP.

Otro aspecto importante que hay que subrayar es que la disminución de diputados no afecta en la misma proporción a todos los partidos. Eliminando dos, el único perjudicado sería el PSOE; a partir de cuatro diputados menos, los populares perderían porcentajes similares a los socialistas. En IU los cambios tardan más en producirse, pero son más traumáticos. El primer salto se produce cuando, si se bajara a 51 escaños, IU perdería uno de sus actuales diputados; el siguiente salto, aún más perjudicial, lo vería esta coalición al bajar a 41 diputados, porque se quedaría con un solo parlamentario, como se aprecia en el siguiente cuadro.

PP PSOE IU
63 diputados 0,0 -6,7 0,0
61 diputados -6,3 -6,7 0,0
59 diputados -9,4 -10,0 0,0
57 diputados -12,5 -13,3 0,0
55 diputados -15,6 -16,7 0,0
53 diputados -18,8 -20,0 0,0
51 diputados -21,9 -20,0 -33,3
49 diputados -21,9 -26,7 -33,3
47 diputados -28,1 -26,7 -33,3
45 diputados -28,1 -33,3 -33,3
43 diputados -34,4 -33,3 -33,3
41 diputados -34,4 -36,7 -66,7
39 diputados -37,5 -40,0 -66,7
37 diputados -40,6 -43,3 -66,7

¿Habría en este juego de política-ficción alguna reducción que permitiría mantener inalterada la correlación de fuerzas y que afectara en similares proporciones a todos los partidos políticos? La respuesta es afirmativa. Sobre la base de los resultados actuales, la eliminación de 22 diputados, que dejaría la cifra total en 43, mantendría la mayoría relativa del PP y, al mismo tiempo, castigaría a los grupos con una reducción de un tercio de sus escaños.

Pero la eliminación de 22 diputados sólo es un ejercicio teórico adaptado a los últimos resultados electorales. Si hubieran sido diferentes, todos estos cálculos arrojarían otras conclusiones.

Lo mismo ocurriría si lo que cambia no son los resultados, sino el tamaño de la circunscripción electoral. Aplicando una circunscripción única a toda Extremadura, en lugar de la división provincial, la eliminación de 10, 20 o incluso 30 diputados mantendría la actual correlación de fuerzas:

PP PSOE IU
65 diputados 32 30 3
63 diputados 31 29 3
61 diputados 30 28 3
59 diputados 29 27 3
57 diputados 28 26 3
55 diputados 27 25 3
53 diputados 26 24 3
51 diputados 25 23 3
49 diputados 24 22 3
47 diputados 23 22 2
45 diputados 22 21 2
43 diputados 21 20 2
41 diputados 20 19 2
39 diputados 19 18 2
37 diputados 18 17 2
35 diputados 17 16 2
33 diputados 16 15 2
31 diputados 15 15 1

En la modalidad de circunscripción única, la reducción a 43 diputados es la que vuelve a producir un ‘castigo’ similar a todos los partidos.

Ahora bien, el hecho de que sea posible encontrar una cifra de diputados que, siendo menor que la actual, mantenga inalterada la situación en la Asamblea no quiere decir que la eliminación de parlamentarios sea la mejor medida para reducir el gasto en esta institución, ni que sea una solución válida para otros resultados electorales. Si hay alguna característica clara del sistema D’Hont es que refuerza las mayorías y que esa tendencia se acentúa a medida que se reduce el número de escaños por repartir en cada circunscripción. Ello supone que cuanto menor sea la circunscripción y cuantos menos escaños se distribuyan, más difícil para los partidos minoritarios obtener representación parlamentaria, incluso rebajando la barrera de acceso del 5% al 3%, como reclama IU. Por eso los críticos de este sistema denuncian que una eliminación de parlamentarios reduciría la pluralidad del parlamento, lo cual afectaría negativamente al sistema democrático.

En cualquier caso, el asunto está en manos de los propios diputados. De ellos dependerá si se aplica y desde cuándo se haría, si bien lo lógico sería que, en caso de aprobarse una reforma, no entrara en vigor hasta la próxima legislatura, porque resultaría más sencillo aplicar nuevas normas de juego a una futura convocatoria electoral que introducir cambios en mitad del actual mandato.

 

 

 

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