Ayer saltó la noticia a los medios, Laura Suárez Illana, hija del expresidente del Gobierno Adolfo Suárez, ha sido sometida a una operación para extirparle un tumor del pecho. La noticia podría haber pasado desapercibida si no fuera porque es el cuarto miembro de la familia que protagonizó la transición en España que padece esta enfermedad. Anteriomente la sufrieron su madre, Amparo Illana, y su hermana Mariam, que en ambos casos no pudieron superarla y fallecieron a los 66 y 41 años respectivamente. También otra hermana, la periodista Sonsoles Suárez, que tuvo cierta relevancia pública al presentar varios programas de televisión en Antena 3, tuvo que ser operada para extirparle otro tumor. El pronóstico de Laura Suárez en un princio es bueno aunque la intervención quirúrgica fue larga para asegurarse, dados los antecedentes familiares, de que se extirpó todo el tumor.
En mi caso de inmediato se me vino un recuerdo a la memoria, y es que en el glorioso año 92, el de la Expo de Sevilla y las Olimpiadas de Barcelona, la protagonista de la noticia ganó un premio de pintura en la ciudad de Mérida. La hija de Suárez ganó el III certamen de Pintura de la UNED y vino a la ciudad a recoger su galardón de manos del entonces alcalde, Antonio Vélez. Estaba en México cuando se falló el premio y no dudó en viajar a Extremadura para recoger el galardón.
Este cronista tuvo ocasión de asistir a la entrega del premio y tituló su crónica ‘Laura Suárez, pintora poco habladora’, y es que la hija del expresidente Suárez, no soltó palabra, salvo un par de monosílabos para dar las gracias y comentar que estaba contenta. Tras recoger el cheque del premio se fue corriendo a hacer una visita turística por Mérida.
Desde entonces poco más se supo Laura, la menos conocida de los cuatro hermanos Suárez Illana, que se turnan para cuidar al expresidente que vive en su casa de Madrid desde que la memoria empezó a abandonarle hace ya un tiempo. El comunicado hecho público ayer para dar a conocer su enfermedad la trae al primer plano de la actualidad y desempolva su paso fugaz y poco hablador por Mérida.