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La vida del gigante extremeño da origen a una intrigante novela

Agustín Luego con su madre y otro vecino de Puebla de Alcocer.

Agustín Luengo Capilla con su madre y otro vecino de Puebla de Alcocer.

‘El hombre que compraba gigantes’ es el título del libro que ha escrito el extremeño Luis C. Folgado de Torres y en el que refleja la vida de otro extremeño el gigante Agustín Luengo Capilla, nacido en la localidad de Puebla de Alcocer en 1849 y que se hizo famoso en la España de finales del siglo XIX al pasearse por medio país en un circo y llegar a actuar ante el Rey Alfonso XII.

El esqueleto del gigante extremeño se conserva en el Museo Nacional de Antropología de Madrid como ya reflejó esta Lupa, y partiendo de ese hecho Luis C. Folgado ha novelado la vida de Agustín Capilla desde su infeliz infancia en Puebla de Alcocer, donde se mofaban de él por su estatura hasta su desdichado final a una edad bien joven, sin olvidar su paso por el circo de Marrafa, un avispado portugués que compró el gigante a sus padres a cambio de una ridícula suma de dinero y buenas viandas.

Con todo el apartado más inquietante del libro se detiene en el encuentro entre Agustín Luego y el catedrático de medicina Pedro González de Velasco, el comprador de gigantes del título. Fue en Madrid tras la actuación del gigante en el Salón Gasparini del Palacio Real ante un selecto público encabezado por el rey Alfonso XII y su prometida María de las Merdeces de Orleans. El doctor asombrado por la estatura del gigante extremeño y conocedor de que padecía la enfermedad de acromegalia decidió hacerle una propuesta que Agustín Luengo, tras una vida semioculto y semipreso en su pueblo natal y entre las carretas del circo, deslumbrado por las posiblidades de libertad que se abrían ante él no pudo rechazar.

El doctor Velasco le ofreció firmar un contrato comprándole su cuerpo por 3.000 pesetas de la época. En el documento se especificaba que el doctor le haría entrega de 1.500 pesetas en el mismo acto de la firma del documento de compraventa y el resto se le iría entregando poco a poco, a razón de 2,50 pesetas por día, que el propio gigante recogería en mano todos los días en la casa del doctor. Con la firma del documento Agustín creía haber recuperado libertad para hacer a su antojo y sobre todo buscar una mujer para casarse y tener hijos, uno de sus mayores deseos, pero en realidad estaba firmando casi su sentencia de muerte. El primer efecto práctico es que debía abandonar el circo ambulante en el que había vivido hasta entonces ya que debía residir en Madrid.

El vaciado en yeso del gigante Agustín Luengo.

El vaciado en yeso del gigante Agustín Luengo.

El autor Luis C. Folgado señala que la propuesta del doctor Velasco fue algo   demoníaco que le cambió la vida al gigante, y en verdad fue así, como refleja el libro, porque en realidad supuso su muerte. ‘El hombre que compraba gigantes’ describe el final que le aguardaba al  extremeño de Puebla de Alcocer que terminó con sus huesos en una urna de cristal de un museo donde todavía hoy en la España del siglo XXI se sigue exhibiendo. Junto a los huesos se puede ver el vaciado en yeso que hizo del cuerpo el doctor ya que su idea inicial era embalsamarlo para mostrarlo tal cual, pero al no poder por el estado de descomposición del cuerpo, hizo el molde.

El libro de Folgado de Torres permite adentrarse en la España de finales del XIX donde no existían apenas carreteras y donde se usaban daguerrotipos para hacer fotografías como la que inmortalizó al gigante con sus padres o con los invitados del rey Alfonso XII.

Aparte de sus huesos y el vaciado del cuerpo del museo de Madrid, la presencia de Agustín Luego está también en el museo etnográfico de su pueblo natal donde se conservan otros objetos del gigante como las botas que le regaló Alfonso XII, así como algunos calcetines y un gorro de color carmesí. En la página web del municipio aparece en el listado de personajes históricos, si bien su fecha de nacimiento no parece que esté reflejada correctamente ya que indica que nació en 1826, con lo que nunca había podido coincidir con el rey Alfonso XII nacido en 1857.

Como su nombre indica trata de reflejar la presencia de Extremadura y los extremeños en la red, en España, en definitiva en el mundo

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