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El encinar bajo la lluvia

El encinar de Monte Porrino bajo la lluvia.

El encinar de Monteporrino bajo la lluvia.

Borja García Maldonado

Todas las fotos, aquí.

Saludos, coleguitas del viento:

Después de un prolongado tiempo de distancia hoy volvemos a pisar el firme de la realidad, en el que hacemos balance siempre positivo de mi última visita a la Extremadura Natural.

El lugar fue en un rincón no muy frecuentado, pero no por ello lejano para mí, residente en Badajoz. La zona elegida se encontraba a tan solo 55 Kilómetros de Badajoz, cerca de Salvaleón y su majestuosa Dehesa Comunal de Monteporrino, allí donde las robustas encinas madres cuidan de su noble retoño ibérico.

La actividad de senderismo estaba promovida y organizada por la Asociación de Senderismo de Salvaleón “El Encinar”, la cual guió a un grupo la mar de dinámico y alegre por una senda poco concurrida en el que los atractivos se hacían notar de una forma tan presencial como las quercinias del camino.

Monte Porrino emerge al final de un trayecto hormigonado que nace allí donde mueren las empedradas callejas de Salvaleón. Una exuberante angarilla empedrizada se exhibe al conjunto de caminantes sin camino. Una vez dentro, la búsqueda del exilio urbano no se hace esperar, y es por ello que el primer giro se sucede de inmediato.

Ya no existen horizontes con tejados, tan solo las encinas son las dueñas de mis miradas, miradas que se llenan del verde y oro, un verde traído por los nuevos brotes del tortuoso año que a mis amigos los árboles les tocó vivir, un oro que resurge como regalo de aniversario primaveral, donde las flores, también las de las encinas, nos alegran ese alma natural que unos sienten tras sus espaldas y otros bajo sus pies en contacto con el húmedo suelo de la dehesa.

Con los pasitos de colores, mi mente comienza a volar, y es donde comienza el juego de la vida, mi vida, esa que yo solo quiero decidir con qué colores colorear. Todos hemos jugado alguna vez a buscar el parecido razonable de una nube, de pequeños, en el coche mientras nuestros padres nos llevaban de escapada dominical. Hoy el juego ha sido adaptado, porque así lo quiso mi caprichoso destino.

Las encinas hacen las veces de nubes pretendiendo que buscáramos parecidos con la realidad, unos parecidos que nos hacían ver sirenas, hombres decapitados, tinajas e incluso arrodillados, donde tan solo existía uno de los mejores encinares de toda nuestra comunidad, Extremadura.

Pero no solo de encinas de verde y oro se vistió mi alegre caminar, ya que no fuimos nosotros los primeros hombres en caminar estos suelos, otros ya lo hicieron antaño, dejando su huella en el camino que hoy andamos, en forma de chozos tradicionales, sepulcros megalíticos, fragusa romanas, pilón medieval, villa romana y un sin fin de atractivos más, todo ello en un transepto circular de dificultad baja.

Las aves también tienen hueco en este mundo bellotero, pues un ejemplar de cigüeña negra (Cicconia nigra), nos regaló la experiencia comunal de disfrutar de sus vuelos. Un conjunto de alrededor 30 ejemplares de buitres leonados (Gyps fulvus), también quisieron convertirse en protagonistas mientras devoraban los restos de un cerdo ibérico que entregó su noble vida en beneficio de la continuidad de carroñeros que habitan nuestros diversos ecosistemas.

Nosotros también quisimos dejar nuestra huella en el suelo del recuerdo. Una caldereta de cerdo, acompañada del excelente catalogo de embutidos de la tierra con el que el pueblo de Salvaleón deleita a sus visitantes y regada con un vino, igualmente de la tierra, hizo las veces de danza de la lluvia. Los dioses, al ver regados nuestros gaznates con sumos manjares, nos regalaron lo que nos faltaba, la tan esperada y agradecida lluvia, en forma de diluvio universal.

Tras la deliciosa degustación de productos de la tierra, que la Asociación de senderismo de Salvaleón “El Encinar” nos tenia reservada a todos los participantes de la actividad, aceleramos el ritmo para escapar de las intenciones de la lluvia, y regresamos a Badajoz con la intención de vivir una nueva aventura natural con la mayor de las premuras, eso si, siempre en mi rinconcito particular, Extremadura.

No dudéis en poneros en contacto con esta entidad para descubrir los rincones mas inesperados de nuestra región, porque no dudéis ni un segundo que esta tierra no es solo desconocida por los de que no son de aquí, sino que a los extremeños también nos va a sorprender.

 

Besos y Abrazos.


 

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