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Israel J. Espino

Extremadura Secreta

Los tesoros de la Torre de Miguel Sesmero

Ilustración: Borja González Hoyos/

Por fin es primavera. El tiempo ideal para recorrer pueblos y parajes, para buscar con la mente tesoros legendarios y terminar encontrando tesoros patrimoniales.

 Ya contamos que Extremadura es un gran mapa del tesoro repleto de cruces que marcan el lugar. Algunos son pequeños, y otros tan espléndidos que hasta sirven para fundar pueblos. Eso cuentan, al menos de, de un repartidor de tierras, un sexmero llamado Miguel Pico, que allá por el medievo encontró en esas tierras un tesoro tan importante que repobló un pueblo extremeño llamado Torre de Almendral y que  desde entonces llevó su nombre: Torre de Miguel Sesmero. 

 Desde esos lejanos días este pequeño pueblo pacense ha estado repleto de tesoros, legendarios y reales. Los más ancianos del lugar aún recuerdan en sus callejas al afortunado vecino que encontró en un corral una olla repleta de monedas de oro.

 Pero si hay un lugar en el pueblo que reúna mitos y realidades es el Albercón Hondo. Pegado a un antiguo molino de aceite travestido en convento y rodeado de zarzales y altas hierbas duerme el sueño de los justos. Envueltas por la leyenda y mojadas por la realidad, sus aguas, hoy apenas visibles bajo una enorme placa de cemento y rodeadas de vallas que lo protegen de suicidas y niños incautos, encierran antiguos secretos de los que solo algunos han salido a la luz.   

Iglesia de la Candelaria de Torre de Miguel Sesmero (Extremadura Secreta)

Cuenta la leyenda que en cierto momento los habitantes del pueblo sacaron de la iglesia, (no se sabe si de la actual o de la anterior, fundada directamente por los caballeros templarios según cuentan algunos) un becerro de oro a través de un túnel, llevándolo al Albercón Hondo para esconderlo y que no se lo llevaran los enemigos. Imaginamos que ahí sigue el noble toro, esperando bajo las aguas que alguien lo desahogue. Pero si sigue allí no está solo.

 Lo curioso es que la leyenda se torna algo más real cuando leemos una carta de 1798 del entonces capellán del pueblo, Manuel de la Parra Pérez de Guzmán, en la que afirma que el legendario albercón se había intentado vaciar numerosas veces y nunca se había conseguido, y que estuvo oculto por un promontorio de tierra hasta finales del siglo XVII. Se construyen entonces dos hornos de teja al lado de albercón, y comenzaron a extraer la tierra  hasta que se descubren sus paredes. Cual sería su sorpresa cuando

 

Junto al molino de aceite se encuentra el Albercón Hondo (Extremadura Secreta)

 “… descubrieron un arcón de dos baras de altura y como bara y media de anchura, lo limpiaron y allando un conducto subterraneo entraron”.

 Imaginen la cara del capellán y de los lugareños cuando encuentran un túnel. ¿Sería el legendario túnel del becerro de oro? Pero las sorpresas no terminaron ahí. Faltaba el tesoro. Y allí  estaba: encuentran seis candeleros “de bara de alto”, una cruz de incensario, caldera de agua bendita, con hisopo, una “campanica” romana, un brasero con pie cercado de columnillas y sobre él la bacía en la que se echan las brasas,

 “y todas estas piezas de metal amarillo y de idea singular, que actualmente están sirviendo en el altar mayor de esta parroquia”.

 Prosigue el capellán comentando que

El Albercón Hondo, cubierto y vallado (Extremadura Secreta)

 

“si hay algo más en este conducto se ignora, porqué faltó en estos vecinos animosidad para seguirle luego se hizo este descubrimiento”.

 Y es que, de pronto, empezó a salir agua furiosamente, por lo que el alcalde, llamado Juan Pérez de la Barreda, se empeñó en descubrir el origen de este manantial, y juntando a los vecinos comenzaron el trabajo día y noche, hasta que descubrieron

 “un vaso artificiosamente fabricado de mucho costo, con dos graderías que bajan hasta su fondo (…), siendo su profundidad como de cinco o seis baras. Cerca de la que mira al poniente se hallan tres grandes piedras de cantería labradas debaxo de las cuales, por tradición, se dice están sobrepuestas otras tres embutidas en el piso o fondo, (…), y parece que es voluntad de Dios que el secreto en ellas contenido no se descubra, porque en dos ocasiones en que se a echo la tentatiba (…) luego que se a llegado a descubrir las piedras sobrepuestas ha llobido tanto que desamparando los peones el puesto en pocas oras el albercón se llenó. Sobre lo que están sigilando las piedras aplomadas unos son de parecer que es tesoro, otros piensan que podrán ser algunos cadáveres sagrados…”

 ¿Más Tesoros? ¿Muertos ocultos? ¿Becerros de oro? Sea lo que sea lo que oculta el Albercón Hondo aún sigue sigo un misterio que aguarda, paciente, bajo las aguas quietas y profundas del tiempo y la leyenda.

 

 

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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