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Israel J. Espino

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Cuando éramos romanos: Floralia

Ilustración: Borja González Hoyos/

 Cuando éramos romanos no nos perdíamos una fiesta. Y ahora tampoco. Algunas las hemos customizado. Otras las hemos adaptado al cristianismo y las pocas que hemos perdido las estamos recuperando.

 Y eso es lo que hemos hecho con Las Floralias (en latín Floralia), recuperada desde hace dos años entre las ruinas romanas de Cáparra, restos mudos de un esplendor pasado que una vez al año resucita con la invocación que nobles y plebeyos lanzan a la diosa Flora:

 –  Madre de las flores, ven, que has de ser festejada con juegos y regocijos.

 Y por los dioses que se festeja, aunque no con la misma intensidad que nuestros ancestros.  Hace un par de milenios comenzaban a finales de abril y terminaban en mayo, y se jugaba, se bailaba y se bebía como si no hubiese un mañana.

Esclavas y matronas se unían en los bailes de Floralia (A. Briz para Extremadura Secreta)

 Ahora dura sólo un día, pero a ella acuden arqueólogas, peluqueras, camareros y abogados, sociólogos y electricistas con sus mejores galas romanas. Como antes. Son parte de una asociación llamada Emérita Antiqua que recrea como nadie la sociedad romana de Mérida. Senadores, taberneras, soldados, centuriones, esclavos y esclavas, todos con su nombre, ropaje y espíritu romano.

 

Las prostitutas luchaban desnudas imitando a las gladiadoras (A. Briz para Extremadura Secreta)

Y eso era Floralia, una fiesta democrática que aunaba a libertos y esclavos, a matronas y prostitutas quienes, por cierto, y según Juvenal, bailaban desnudas y luchaban en simulacro de combates como gladiadoras.

 Ofrecíamos rosas a la diosa y bebíamos menta y miel (símbolos de Venus), las mujeres vestíamos ropas multicolores para imitar la policromía del campo y todos (hombres, mujeres y niños) nos adornábamos con coronas de flores y cintas de colores.

 Ovidio señala que liebres y cabras (considerados animales especialmente fértiles y lascivos) eran liberados ceremonialmente como parte de estas fiestas. Persio afirma que la multitud recibía una lluvia de guisantes, habas o altramuces, también símbolos de fertilidad.

… y todos nos adornábamos con flores en la cabeza. (A. Briz para Extremadura Secreta)

 Como diosa de las flores, la vegetación y la fertilidad, a ella se dedicaban los juegos florales que se abrían con actuaciones teatrales y terminaban con competiciones y espectáculos y un sacrificio a Flora. Cuentan los historiadores que en el año 30 los espectáculos de  Floralia ofrecían hasta un elefante en la cuerda floja. Nosotros no hemos llegado a tanto, pero voy a proponer que ofrezcan, el año que viene, el espectáculo de ver a algún banquero sin vergüenza o algún político sin palabra en la cuerda floja.

 Después de todo, la primavera siempre ha sido tiempo de flores, pero también de revoluciones.

 

 

 

 

 

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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