Ahora que parece que están a punto de aprobar la llamada “viagra femenina” es el momento de decir bien alto que este remedio ya la habíamos inventado en Extremadura hace siglos.
Concretamente la inventó una señora de Fuente de Cantos llamada María Candelaria, allá por el siglo XVII, que se hizo famosa por curar la “impotencia” a las mujeres, según rescata de los archivos de la Inquisición Fermín Mayorga .
Si ustedes no quieren (o no pueden) esperara a la comercialización de la píldora rosa, tomen nota de la fórmula de la Candelaria, que se la damos gratis, porque además, y como cosa curiosa, nos ha llegado íntegra.
En primer lugar, María pedía a las señoras sexualmente inapetentes uñas de los pies y de las manos, cabellos de diferentes partes del cuerpo (las partes las dejamos a su imaginación) y un trozo de pan mordido. Todo esto se quema y las cenizas resultantes se mezclan con agua para conseguir una pócima a la que se agrega romero, cilantro seco e incienso.
La pócima no tiene efecto si al más fiel estilo “harrypottesco” no se remueve con una rama de retama, con la que hay que rocíar a la paciente por todo el cuerpo, mientras se recita la siguiente jaculatoria:
Santa Maria parió virgo,
Santa María a Jesucristo,
Santa Isabel a San Juan, y
Así como esto es verdad,
Así se sane este mal.
Contaban las pacientes que mientras las rociaban con la pócima, se le “espeluznaban los pelos y sentían pasar un temblor por entre cuero y carne”. Vamos, que la María, sin querer ser poeta, las ponía a punto de cama con la rama de retama.
Lástima que la Inquisición acabase metiendo mano (y en el peor de los sentidos) a la pobre María, y cerrase lo que había sido un buen negocio para todas las partes. Para María, para sus clientas, y para los maridos de las clientas, que estarían deseando (supongo yo) que la Candelaria se pasase a sus señoras por la rama.