Si hay un arquetipo legendario en Extremadura esa es La Serrana de la Vera. Un mito que tiene tantas caras como leyendas, aunque quizás la más conocida sea la que afirma que fue una bella joven que repudiada en amores decide escapar al monte, a la Sierra de Tormantos, en Extremadura, donde se refugia en una cueva, viste con pieles de animales y emborracha, abusa y mata (por este orden) a los hombres que se internan en sus dominios.
Pero quizás una de las caras más desconocida del mito de la Serrana es la que la relaciona con la fundación de uno de los monasterios más famosos de España: El de Yuste.
Cuenta la historia que a la ermita del Salvador, cerca de Cuacos, llegaron dos ascetas placentinos huyendo del bullicio de la ciudad. Poco a poco algunos piadosos más se fueron uniendo a la hermandad, y con el tiempo llegaron a instituirse como “Hermanos de la Pobre Vida”. Para sobrevivir, pedían pan por los pueblos y aun así pasaban hambre, aunque una mano invisible les ayudaba, de vez en cuando, a no morir de inanición.
Y es que en ocasiones encontraban, colgadas de las ramas de los árboles, perchas de perdices y conejos, manjares para su pobre dieta que los hermanos devoraban sin saber a quién debían agradecer tan grata limosna. Hasta que un mal día, un hermano, por casualidad, descubre que la misteriosa benefactora es una rubia y musculosa mujer de larga trenza y corta falda que porta una honda de descomunales dimensiones.
Tras informar a sus hermanos de su descubrimiento, se le comisiona para que investigue más sobre la identidad de aquella extraña mujer, y disfrazado de pastor, la observa de nuevo en un altozano. Ella, al divisarle, y confundirle seguramente con un cabrero, le llama a grandes voces e intenta atraerle con gestos obscenos. El hermano huye aterrorizado, pero una gran piedra arrojada por la honda de la Serrana le golpea la cabeza, y solo vive lo suficiente para llegar al convento y narrar su aventura. En el entierro del malogrado hermano, un pastor aseguraba con miedo: “Esa mujer no es una mujer cualquiera, que es la terrible Serrana de la Vera…”.
Atemorizados, los hermanos buscan un terreno más seguro, y un vecino de Cuacos llamado Sancho Martin les regala, en 1402, unas tierras para que levanten iglesia y convento. Es el inicio del Monasterio de Yuste.
Quizás las afirmación de que el origen del monasterio fuese el miedo a una mujer sea una mera leyenda, pero como todas, algo de verdad tiene detrás.
Porque lo que sí es historia es que en la época en la que el emperador Carlos V estuvo retirado en el monasterio, en pleno siglo XVI, estaba prohibido a toda mujer acercarse al monasterio «a una distancia de más de dos tiros de ballesta so pena de doscientos azotes».
Ya no nos azotan por acercarnos al edificio, pero sus habitantes no han dejado de tenernos miedo. Hasta bien entrado el siglo XXI las mujeres no podíamos consultar la biblioteca del monasterio, con más de 40.000 volúmenes, por encontrarse ésta en las dependencias en las que vivían los monjes, una zona en la que estaba prohibida la entrada a las mujeres.
Ya no tenemos ese problema, porque la Orden de los Jerónimos se llevó la biblioteca a la Universidad de Comillas cuando sus últimos monjes abandonaron el edificio en 2011. Y ya no podemos consultarla en el momasterio ni las mujeres ni los hombres.
El día en que dejemos de igualarnos por abajo y lo hagamos por arriba, todos (y todas) habremos ganado mucho.