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Israel J. Espino

Extremadura Secreta

El día en que los muertos se levantaron de sus tumbas

Ver hoy en el periódico al arzobispo de la diócesis Mérida-Badajoz oficiando una misa ante la catedral pacense vacía  me ha traído a la mente una imagen que se grabó hace años en  mi cabeza. La imagen de la catedral vacía de fieles, pero llena de muertos, escuchando una misa terrible a la que los vivos no quisieron o no pudieron acudir.

El arzobispo de Mérida-Badajoz oficiando misa en la desierta catedral de Badajoz (C.M. para Hoy)

 

Cuentan que ocurrió allá por el siglo XIV, cuando dos poderosas familias rivales se venían disputando la hegemonía de la ciudad de Badajoz: los “Portugueses”, estirpe lusitana, y los “Bejaranos”, que representaban a la más rancia alcurnia extremeña.

 En aquella noche de San Juan, la aristocracia celebraba su fiesta en la plaza de la Catedral, cuando aprovechando un tumulto, Los Portugueses secuestran a la bella doña Leonor de Bejarano. La venganza sería terrible, y el enfrentamiento encarnizado entre las dos familias hizo correr a sangre en las calles de la ciudad.

 A la mañana siguiente, Badajoz debía conmemorar solemnemente la victoria de Alfonso VII sobre las tropas árabes. Durante dos siglos años llevaban celebrando este acontecimiento sin dejar nunca de hacerlo, pero en esta ocasión todo era distinto.  

Ya sea porque continuaban en la batalla de las dos familias o por miedo a salir a la calle entre tanta violencia, lo cierto es que nadie de la ciudad se presentó en el templo. Pero el sacerdote oficiante estaba dispuesto a seguir con los actos.

En la soledad de la iglesia, con las puertas cerradas, y asistido por un sacristán, comienza la misa mirando hacia el altar. Un ruido parecido a un arrastrar de piedras pesadas y un crujir de huesos retumba en la iglesia.

Cuando el sacerdote se vuelve hacia los bancos vacíos se queda petrificado de horror. Porque los bancos están llenos. Llenos de muertos con las cuencas vacías, muertos que arrastran trajes de épocas pasadas, vestidos harapientos que una vez fueron lujosos, sedas rotas, ajados terciopelos, rostros demacrados, perfiles óseos y cuerpos polvorientos, todos y cada uno los ilustres moradores de las tumbas y sepulcros que se repartían por la catedral, levantados de la muerte para celebrar el aniversario que sus descendientes vivos habían pasado por alto.

 Con el pánico reflejado en sus ojos, el sacerdote y su asistente continúan con la ceremonia hasta el final, con la voz temblorosa y el alma aterrorizada. Cuando pronuncia las palabras finales de la misa la muchedumbre de esqueletos y difuntos , con el deber cumplido, regresa de nuevo al frío de las tumbas.

J. Espino narrando la leyenda de la misa de muertos en la puerta de la catedral, en la ruta de “Badajoz legendario” (Extremadura Secreta)

 

El sacerdote, ayudado por su acólito, consigue llegar a la salida, pero cuando alcanza la puerta del templo su corazón se rinde, y se desploma en tierra con la misión cumplida.

En la plaza, los pacenses detienen su lucha para contemplar el cuerpo muerto del sacerdote y el rostro desencajado del sacristán, quien conservó el resto de su vida el temblor en sus manos y los ojos repletos de fantasmas.

Leyendas y creencias de una tierra mágica

Sobre el autor

Periodista especializada en antropología. Entre dioses y monstruos www.lavueltaalmundoen80mitos.com www.extremadurasecreta.com


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